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Full text of "Tierra y Libertad: Drama revolucionario en cuatro actos y en prosa"

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6868.73 

F667T 

1924 

LAC Flores Magon, Ricardo 

COP+.2 Tierra y libertad. drama revolucionario 


en cuarto actos y en prosa 


IAS 


G868.73 F667T 1924 LAC COP.2 


THE 
NETTIE LEE BENSON 
LATIN AMERICAN COLLECTION 


of 


The General Libraries 
University of Texas 
at Austin 


From the Library of 


Stanley R. Ross 


R9A vIBERTAD 


TOMO, VI 
(DE 14 SERIE) 


1924 


ADICIONES DEL GRUPO CULTURAL "RICARDO FLORES MAGON.”* 
j ; : APARTADO POSTAL NUM. 1563 
MEXICO, D.F. 


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5 
Cc 


TOMO, VI 
(DE 14 SERIE) 


1924 


ÉDICIONES DEL GRUPO CULTURAL “RICARDO FLORES MAGON.” 
ñ , APARTADO POSTAL NUM. 1563 
MEXICO, D. F. 


bgtzes oy GOOQle 


COMPANERO 


Si deseas conocer las últimas produc-: 


+ ciones de los escritores revolucionarios 


más prestiginóss y floridos, dirígete al 


ca «Cultural, O 
“RICARDO FLORES MAGON” 


Apar tado Postal 1563. México, D, F., 


- y serás atendido inmediatamente.  - 


4 
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TIERRA Y LIBERTAD 


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ON 


DRAMA REVOLUCIONARIO 
AN CUATRO ACTOS Y EN PROSA 


| TOMO VI e 


DE LA SERIE 


APARTADO POSTAL NUM. 1583 
MEXICO, D. F. 


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i 


LA MUERTE DE RICARDO FLORES MAGON 


El autor de esta obra, juzgado por la Prensa ácrata 
de la Habana. 


y 


Al número incontable de crímenes que pesan sobre el abomina- 
ble régimen burgués, hay que agregar uno de los más odiosos y exe 
crables: la muerte de Ricardo Flores Magón en una celda de esa 
Bastilla norteamericana, la penitenciaría de Leavenworth. 

Cuando ya hace mucho tiempo que en los países que tomaron 
parte en la guerra mundial, se ha amnistiado a todos los presos políticos, 
sin excluir a los espías, y hasta en los Estados Unidos se ha puesto 
en libertad a los más comprometidos, aún se mantiene en prisión 
por efecto de la Ley de Espionaje, que ya ha sido derogada, a un * 
número considerable de luchadores obreros y apóstoles de la justicia 
social, por el solo delito de decir que aquella guerra se librara única- 
mente por intereses capitalistas y no «para salvar al mundo para la 
democracia», como hipócritamente se proclamaba. Está en la concien- 
cia de todo el mundo que ese era el pretexto, y que el verdadero 
objeto de esas prisiones y de esas sentencias, que constituyen una enor- 
midad jurídica, era hacer enmudecer a los que alzaban la voz para 
proclamar el derecho de los trabajañlores a gozar del producto íntegro 
de su trabajo, sin explotadores que se lo usurparan y sin'amos que los 
humillasen. : 

De todos esos bravos compañeros, condenados porla tiranía burgue- 
sa a sufrir los horrores de la prisión, el que ha sido perseguido y martiri- 
zado con más ensañamiento ha sido Ricardo Flores Magón, que acaba de 
rendir la vida en holocausto a su ideale Según la frase de Víctor Hugo: 
«ha sido privilegiado en el sentido terrible de la ra». ¿Y por qué, 
por qué se le ha perseguido como a una fiera, por qué se le ha encarce- 
lado varias veces, por qué se le ha atormentado con especial crueldad? 


5 


¡Ah! Porque, de todos, es el que más grande y positivo daño ha caugado 

a esa cosa sagrada: el capital norteamericano. Ricardo Flores Magón 

fué el hombre que contribuyó más eficazmente a derrocar la tiranía de 
Porfirio Díaz en México, y la caída de ese dictador causaba grave 

daño a la plutocracia norteamericana, que tenía invertidos en México. 
más de noygcientos millones de pesos, y en complicidad con Díaz 

explotaba inicuamente a los esquilmados trabajadores mexicanos. 

Millones de pesos se daban a Porfirio Díaz, no en dinero efectivo, 
sino en acciones de compañías norteamericanas, y él se encargaba de 
hacerlas valer otorgando inmensos privilegios a esas compañías, y gran- 
des concesiones regalándoles lo que no era suyo, como las tierras de los 
indios yaquis, y protegiéndoles con la fuerza armada en todas sus ini- 
cuas exacciones. Una huelga de ferroviarios de una línea, en la cual el 

* dietador era gran accionista, fué solucionada prontamente fusilando 
veinte obreros dirigentes. 

A todo esto, la Prensa burguesa norteamericana, esa yil prostituta 

ue Upton Sinclair ha puesto en la picota con su libro «The Brass 
Check» («La Contraseña de Bronce»), ponía por las nubes el mérito y 
las virtudes de Porfirio Díaz. Este, decía, había hecho de México un 
país rico y ordenado, tenía explotación de minas, telares y otras in- 
dustrias, ferrocarriles, progreso, civilización, orden. Por supuesto, no 
era propio de periodistas discretos y bien educados hacer mención de 
¡Jas muchedumbres desarrapadas y hambrientas que sustentaban sobre 
sus hombros escuálidos ese edificio de prosperidad y opulencia. 

Contra esa montaña de infamias, contra los criminales y los encu- 
bridores, contra el déspota adulado y temido, se alzó acusador y terri- 
ble el verbo encendido de Ricardo Flores Magón, hombre de acción 
y de combate, que no tenía por finalidad escalar puestos, sino derribar 
el férreo despotismo que en la región mexicana cerraba el paso al avan- 
ce de la revolución social. h 

Esta tendenoia libertaria, y el grave daño causado a los intereses 
del capitalismo norteamericano, hicieron a Flores Magón el blanco de 
todas las persecuciones y la víctima de los más brutales atropellos. 
Su yida en los Estados Unidos, desde que oruzó la frontera en 1904, 
hasta ahora que la muerte, esa gran libertadora, vino a sacarlo de la 
prisión, ha sido un combate incesante, ofensivo contra la tiranía en 
México y defensivo contra los ricos y poderosos aliados de esa tiranía 
en la llamada ES de la libertad». Ha sido acosado como una fiera y 
ha cumplido varias sentencias en las cárceles norteamericanas. En esta 
última, de 21 años, con las cataratas que ponían ante su vista un 


6 


velo de sombras cada vez más espeso, con la tuberculosis avanzando, 
su alma indomable no se doblegó niun momento, los ojos de su espí- 
rita no dejaron de contemplar el idesl1 luminoso cuya próxima reali- 
sación presentía. 

El martirio y la muerte de Flores Magón es una de las más 
grarides infamias cometidas. por el gobierna imperialista y plutocrá- 
tico de los Estados Unidos. Los sembradores de odios no deberían 
quejarse si éstos crecen lozanos y robustos. 

Y para los obreros luchadores, la mejor manera de honrar y enal- 
tecer la memoria del mártir que todo lo dió por la más noble de las 
causas, es grabar indeleblemente en nuestro corazón y en nuestra men - 
te estas palabras que escribió bace sólo siete meses, cuando ya se ex- 
tendía sobre él el ala de la muerte: 

«Un gran consuelo tengo, y es que la tierra prometida está ya a 
«muy corta distancia de los pueblos, y gi hubiera concordia entre 
«los que sufren, se arribaría a ella en un abrir y cerrar de ojos. . 
«¿Por qué no llevar a cabo esta unión? ¿Por qué bo procurar la 
«concordia entre los esclavos? ¿No es el ideal del que sufre dar fin 
«a sus tormentos? Y si este es el ideal común, ¿por qué dividirse 
«en capillitas? ¿Por qué ese mostrar de puños coléricos cuande el 
«interés común acouseja darse las manos? Esta rifa entre hermanos 
«me entristece porque ella retarda esta marcha dolorosa'de la espe- 
«cis humana hacia la felicidad». 


4 NUEVA Luz. Habana, Cuba. 


RRRIIRILILLILRARIARALIAALAA LL 


INTRODUCCION. 


«Tierra y Libertad» es un drama sacado de la vida real. 
Este drama revela en pocas páginas las causas que han 
producido el movimiento revolucionario que sacude a Mé- 
xico desde hace catorce años, y explica por qué está en 
pie ese cataclismo social. 

«Mientras haya hambre e injusticia—dice uno de los 
personajes, —la Revolución continuará en pie». Verdad es 
ésta que los hechos se encargan de confirmarla. No podrá? 
haber paz en México mientras haya ricos y pobres, go- 
bernantes y gobernados. 
es porque los trabajadores de las ciudades la han. com- 
prometido con pactos celebrados.con el Gobierno, la ins- 
titución enemiga de la libertad del sér humano. 

Nada de ficticio se encuentra en este drama, como pue- 
den atestiguarlo todos los que hayan vivido en México y 
hayan seguido con atención los episodios de la emocio- 
nante tragedia que se llama Revolución mexicana. 

Esperamos que el público acogerá con simpatía nues- 

“ tros esfuerzos en pro de la verdad. 


EL Gruro EbprrTor. 


das 
PERSONAJES 


DÓN JULIÁN, rico hacendado. TERESA, compañera de Ramón. 
DON BENITO, cura. CARCELERO. 5 

JUAN, peón. MINISTRO. 

MARTA, compañera de Juan. | LÓPEZ, lider obrero. 

MARCOS, peón. py SEÑORITA SOFÍA MERINDIETA, 
ROSA, compañera de Marcos. profesora. normalista. 

RAMÓN, peón. : 


OFICIAL, MOZO, CENTINELA, DELEGADO, PEONES primero, segundo, 
tercero, cuarto y quinto; soldados, campesinos de ambos 
sexos y distintas edades; obreros de ciudad. 
La acción pasa en México 


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DLIRALARAALAILALLALIALALAILNLALLALALLALLALARLARELS 


ACTO PRIMERO 


La decoración representa un camino a través de un bosque. 


ESCENA PRIMERA . 
MARTA Y DON JULIAN 


DON JULIAN 


(Saliendo por la izquierda y deteniéndose a mitad del es- 
cenario.) Esta vez no se me escapa la muchacha. ¡No fal- 
taba más que un hombre como yo, poderoso, dueño de 
mil kilómetros cuadrados de terreno y con grande in- 
fluencia ante el Presidente, se dejase babosear de una pe- 
lada como la tal Marta! (Mirando hacia la derecha.) No 
debe tardar en pasar por aquí. (Consultando un reloj de 
oro.) Faltan diez minutos para las once, y esla hora en que 
lleva la comida a ese imbécil de Juan.. ¡Y la comida 
que devoran estos marranos, no la comerían ni mis perros! 
Pero eso es lo que merece esta gente. ¡Bonito sería que 
comieran lo que comen sus amos! En cuanto a la mu- 
chacha, es bonita. No tiene más de tres meses de ca- 
sada con Juan; yo sé que.se quieren bien, pero soy el 
amo y tengo derecho a ella. (Mirando hacia la derecha.) 
Aquí viene Marta; voy a ocultarme. (Corre hacia la iz- 
quierda y se oculta detrás de un árbol.) 


MARTA 


(Sale por la derecha llevando una cesta al brazo y se detiene 
a mitad del escenario.) (Suspirando.) ¡Pobre Juan! Tanto 


13 


que trabaja y no le llevo más que frijoles. Se me parte el 
corazón ante tanta injusticia, y en mi pecho siento no sé 
qué sorda cólera. Soy una ignorante; pero para míes in- 
justo que el que trabaja viva en la miseria, mientras los ' 
que no hacen nada útil viven gozando toda clase de co- 
modidades. (Descansa la cesta; hinca una rodilla y se pone 
a arreglar la servilleta.) (Suspirando.) Yo nada sé; pero 
pienso que no es justo que los que labran la tierra, siem- 
bran el grano y levantan la cosecha, tengan menos que 
comer que los que viven en continua fiesta sin hacer nada 
útil. (Volviendo el rostro en todas direcciones.) ¡Pobre Juan! 
No solamente te deslomas y te sacrificas en el trabajo 
para que tus amos vivan en la holganza, sino que no sa- 
tisfechos con la explotación de que te hacen víctima, tra- 
tan de arrebatarte la única dicha que tienes, tu único te- 
soro, que es mi cariño. Tú no sabes que don Julián me 
persigue sin descanso. ¡Infames ricos!: no se conforman 
con chuparnos la sangre; no están satisfechos con des- 
truir nuestra salud con sus trabajos de presidio: quieren 
también nuestro corazón. ¡Infames, infames! 


ES 


DON JULIAN 


(Sale de su escondite y se aproxima a Marta.) Buenos 
días, Marta. 


MARTA 


(Sin volver el rostro hacia él.) Buenos días. 


DON JULIAN 
(Tratando de estrecharla por lacintura.) ¡Qué linda estás! 
(Marta lo rechaza.) ¿Por qué rechazas mi cariño? 
MARTA 


Porque amo a Juan. 


DON JULIAN 
Juan eg un pelado, mientras yo soy rico. 


14 


MARTA 


Por eso amo a Juan, y a usted le odio. (Con energía. ) 
¡Retírese! 
DON JULIAN 


Vamos, calma, chiquilla, que no sabes lo que haces. Sá- 
belo: cientos de mujeres se sentirían felices con sólo que 
las dirigiera la palabra. Yo soy tan poderoso que puedo 
obligarte a que me entregues tu corazón. No me recha- 
ces, porque el amor que hoy me niegas con tanto orgullo 
tendrás que venir a. ofrecérmelo mañana de rodillas, y yo 
lo rechazaré entonces con la punta de mi bota. 


MARTA 


(Dando.muestra de terrible agitación.) ¡Imposible! ¡Eso, 
nunca! ¡Primero muerta que humillada! ¡Retírese usted! 


DON JULIAN 4 


¿No te das cuenta de mi poder? Pues bien, sábelo: yo 
puedo hacer que arresten a Juan. Yo tengo influencia con 
el Gobierno, y tu marido puede ser reclutado como sol- : 
dado. Con una palabra mia, el Jefe político puede entre- 
garlo a la Acordada para que se le mate como un perro a 
la vuelta de un camino. Yo puedo...... 

1] 
. MARTA 


(nterrumpiéndole con viveza.) ¡No lo hará usted! ¡No lo 
hará usted! ¿Qué delito ha cometido Juan para merecer el 
ser tratado de esa manera? 


DON JULIAN 


(Con dignidad.) Yo soy aquí el amo, y puedo hacer lo 
que me plazca. ; 


MARTA 
Nos quejaremos al Gobierno. 


DON JULIAN 
¡¿Ja, ja, ja! ¡Los ricos somos el Gobierno! 


15 


: MARTA. 
¡Retírese usted! : 


/ DON JULIAN 


Ámame; yo necesito iu amor como el Dos necesi 
agua, como los pulmones necesitan aire. Decídete: o mía 
o de nadie. Decídete antes de que sea demasiado ts 
Recuerda lo que te he dicho: yo puedo mandar arrest: 
a Juan; puedo mandarlo a servir en el Ejército; pue: 
entregarlo ala Acordada para que se le mate como. un 
perro; puedo...... j 


MARTA 


a 


(Interrumpiéndole con' viveza.) ¡Imposible! ¡Imposible! 
¿Qué mal ha hecho Juan a nadie? 


DON JULIAN 


No ha hecho mal a nadie; él es un buen trabajador, 
cumplido, laborioso, honrado; pero yo soy la fuerza 
puedo disponer de su porvenir, de su tranquilidad, de 8 
vida. Así, pues, decídete en el acto. 


MARTA 
¡Imposible! (Corre y desaparece por la izquierda.) 
DON JULIAN 


(Viéndola correr.) Está bien; dentro de pocos. minutos 
sabrás cuán poderoso soy. (Vase por la derecha.) (Cambia 
la decoración). 


La decoración representa un campo de labranza. 
ESCENA SEGUNDA 


JUAN, MARTA, DON BENITO, DON JULIAN, UN OPICIAL, 
Y SOLDADOS 


JUAN 


(Metido hasta la cintura en una zanja, remueve empeñosa- 
mente la tierra del fondo con una pala y la va acumulando 


16 


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ARS 
ES 


uno de los bordes.) (Se enjuga el sudor del rostro y dirige 
una mirada hacia el cenit.) Ya es cerca de mediodía y Marta 
no ha llegado con la comida. ¿Qué podrá haber sucedido? 
Ella nunea falta a las once, y ya pronto darán las doce. (4 
lo lejos suenan pausadamente doce campanadas.) ¡Las doce, 
y Marta no parece! Esa tardanza me llena de inquietud, 
(Pausa.) ¡Tan buena que es mi Marta....! Ella es mi dicha. 
ella es mi consuelo. (Pausa.) Pero ¿qué sucederá que 
Marta no viene? (Reanudando su tarea.) El patrón quiere 
que este trabajo quede concluído este día, y para con- 
cluirlo se necesitarían tres días; pero hay que terminarlo 
hoy porque el amo pudiera multarme, me multaría si no 
lo acabase. (Enderezando el cuerpo y oprimiéndose e riñio- 
nes con la mano izquierda.) ¡Estoy tan cansado.....! ¡Qué 
gran desgracia es ser pobre! (Viendo hacia la derecha.) 


¡Aquí viene Marta! (Con asombro.) Pero qué extraña me 


parece. (¡Sale de la zanja a recibirla.) 


MARTA — 


(Aparece por la derecha con el pelo en desorden y se echa 
en brazos de su Juan.) ¡Juan mío! ¡Mi Juan! (Sollozando.) 
¿Te he hecho esperar mucho? 


JUAN 


(Alarmado.) ¿Qué ocurre? ¿Por qué lloras? ¿No somos 
felices con nuestro amor a pesar de nuestra miseria? (Aca- 
riciándola.) Cálmate y cuéntame lo que haya ocurrido. 
(Se sientan en una piedra.) Nunca te había visto llorar. 


MARTA 


(Enjugándose las lágrimas.) Somos desgraciados. a 


JUAN 


Sí, somos pobres; no contamos con bienes de fortuna; 
vivimos al día, pero nuestros corazones son dichosos; nues- 
tro'amor es un tesoro, y nosotros somos los dueños de él. 
¿Quién podría arrebatarnos esa dicha? : 


17 


MARTA 


El amo. 
' JUAN 


¿El amo? El amo podrá secarme en el trabajo dándome 


tareas de presidiario en cambio de unos cuantos centavos ' 


diarios, como lo está haciendo, como lo ha hecho siempre, 
como lo Hizo con mi padre y con el padre de mi padre. 
Pero ¿cómo podría robarse nuestra dicha de amarnos? En 
tanto que tú me ames, ¿qué puede hacer el amo? 


MARTA 

(Abrazándose de Juan.) Juan mío, mi pobre Juan, el amo 
quiere que yo sea suya; él me lo ha dicho muchas veces; 
él me lo acaba de decir y me ha amenazado con prenderte 
y mandarte al cuartel o aplicarte la ley fuga si no le ha- 
go entrega de mi cuerpo. ¡Huyamos, Juan, huyamos de la 
hacienda! * 

JUAN 

- (Sombrío.) ¡Huir. .. .! ¿y adónde? ¿A otra hacienda? ¿A 
la ciudad? ¿Adónde iríamos que el amo no supiese? 


MARTA 


Imploraremos a un juez para que nos haga justicia. . 
La Ley nos ampara. 
JUAN 


(Sombrío.) ¡La Ley! Mira, Marta mía, la Ley es una cosa 
“que no beneficia al pobre. En nombre de la Ley se cobran 


las contribuciones al pobre; en nombre de la Ley se obliga - 


al pobre a prestar servicios gratuitos a la Autoridád; 
en nombre de la Ley se arranca al pobre del seno de su 
familia para hacerlo soldado, y si la familia abandonada 
de ese modo, roba o se prostituye para no perecer de 
“hambre, en nombre de la Ley se le castiga ... . ¡La Ley 
ha sido hecha por los ricos para proteger a los ricos.......! 


MARTA : 


(Mirando hacia laizquierda.) (Con exaltación.) Aquí viene » 


el señor cura; él nos salvará. ' 


18 


y o 


Ri rr 


¡(intrando po por > izquierda, ) El Señor esté con 1 vosotros, a 
Ano míos. pas día tan caluroso! 


MEA MARTA Y JUAN 


SY Á unavoz.) Buenas tardes, señor cura. ( Con vehemencia.) 
- ¡Salvadnos, 6 señor cura! (Se hincan.) 


DON BENITO 


¿Que os salve? ¿Qué ocurre? Decídmelo, y con la ayuda : 
de Dios Todopoderoso yo os salvaré. (Los hace levantarse.) 


MARTA 
- (Sollozando.) Somos muy desgraciados. 


DON BENITO 


Sí, sois pobres; pero la pobreza es una virtud: con ella 
abriréis las puertas del cielo. 


hi . MARTA 


No es de la pobreza de lo que nos quejamos, sino de la 
injusticia. 


DON BENITO 


(Con unción.) Bienaventurados los que han hambre y 
sed de justicia, que de ellos será el reino de los cielos. 


MARTA 


El amo quiere obligarme a que le ame, y me amenaza 
con mandar a Juan a la cárcel o entregarlo a la Acordada 
para que lo maten si no me rindo a sus caprichos. 


$ 


DON BENITO 


- (Fingiendo asombro.) ¡Pero hijos míos, qué es lo que te- 
néis! ¿Cómo os atrevéis a ofender a Dios Nuestro Señor 


con semejantes calumnias? 
a 


19 


o , Digitized by Google 


MARTA 
No mentimos: decimos la verdad. 


DON BENITO 


Moriréis en pecado mortal si insistís en vuestra calum- 
nia. Don Julián es un hombre honrado y muy piadoso. 
Él ha hecho más por la Iglesia en mi parroquia que nin- 
gún otro hombre. Él se confiesa, y comulga y oye la santa 
misa todos los días y es un hombre que, cuando muera, 
morirá en olor de santidad. 


MARTA 
(Con energía.) Lo que decimos a usted es la verdad. 


DON BENITO 


Lo que pasa es que vosotros no vivís en el temor de 
Dios. Algún crimen habrá cometido Juan cuando el amo 
trata de entregarlo a la Ley. 


MARTA Y JUAN 


(Hablando al mismo tiempo y con viveza.) No hemos co- 
metido ningún crimen. 


DON BENITO 


Eso es lo que vosotros decís; pero vuestra vida irregu- 
lar me hace sospechar que algún crimen habréis come- 
tido. Apuesto a que ni siquiera estáis casados por la Ley. 
Todos vosotros hacéis lo mismo. 


* ¡JUAN 


Señor cura: nosotros somos. unos rústicos que lo ig- 
norameos tedo; pero creemos que para que un hombre y 
una mujer vivan tranquilos, amándose y ayudándose en la 
vida, no necesitan dar cuenta a nadie de su unión. Es lo 
mismo que cuando se hace uno de un amigo: a nadie se 
da cuenta de ello, ni a la Autoridad ni a la Iglesia. ..... 


A 


DON BENITO 


_ (Con orgullo.) ¡Calla, blasfemo, que estás ofendiendo a 
Dies con tus palabras! (Aparte. ) Así es casi toda esta gente: 
se unen sin dar cuenta ni a la Autoridad ni a la Igle- 
sia, ni a Dios ni al Diablo. (4 ellos.) Estáis excomulgados. 
(Marta y Juan, horrorizados, se llevan las manos a las sienes.) 
(Aparte.) Si supieran los pobres diablos que yo no creo 
lo que digo. (4 ellos.) Dios, justamente ofendido por vues- 
tras culpas, os castigará aquí, en la Tierra, mientras llega 
el día de castigaros después de la muerte con las llamas 
del Infierno. (Aparte.) Si no les meto miedo, son capaces 
de matar a don Julián y tal vez hasta a mí. (4 ellos.) Dios 
quiere probaros; quiere daros una oportunidad para que 
demostréis que le teméis y que acatáis su soberana vo- 
luntad. (4Aparte.) Tengo que defender a don Julián, el 
principio de Autoridad, para que esta canalla no se rebele. 

(A ellos.) Debéis sufrir con paciencia todos los dolorés de 
- esta vida; debéis resignaros a todos los sacrificios, que es 
Did quien ordena sufrir para premiar más allá. Todos 
vuestros sufrimientos aquí abajo serán recompensados 
allá arriba por Dios misericordioso. Todo lo que os pase 
en la Tierra, es porque Dios lo ha ordenado allá, en el cielo. 
Así, pues, sufrid en silencio y rogad a Dios que salve 
vuestras almas. ñ 

JUAN 

Perdone usted, señor cura: ¿se salvará el alma de don 
Julián? 

DON BENITO 


_(Endignado. ) ¡Calla, blasfemo! Sólo a Dios letoca juzgar 
. alos hombres. (Aparte.) Si permitiéramos a esta gente 
hacer uso de su razón, ¿adónde iríamos a parar don Ju- 
lián y yo? 

MARTA 

(Llamando la atención hacia la izquierda.) (Con asombro.) 

¿Qué significa esa muchedumbre que se aproxima? 

JUAN 


Son soldados; también veo a don Julián. 


21 


o A A A lt e a E la 


A a a a 


MARTA 
Juan, vienen a prenderte; huyamos..... / 


JUAN 


(Con desaliento.) ¡Huir....! ¿Y adonde? ¿Adónde puede ir 
el pobre esclavo que no le alcancen los perros de su amo? 


MARTA 


(Agitada.) ¡Huyamos, huyamos! (Dirigiéndose a don Be- 
nito.) ¡Salvadnos, señor cura! 


DON BENITO 


Calma, hijos niíos, dejad que se cumpla la voluntad de 
Dios. Los ricos son los representantes de Dios sobre la 
Tierra y hay que obedecerles. (Aparte.) Si no predicase 
yo estas cosas, el mejor día se levantarían los pobres con=- 
tra los ricos. 9 


DON JULIAN pS 


(Aparece por la izquierda al frente de un oficial y un pelo. 
tón de soldados.) (Sertalando a Juan a los soldados.) Este es 
Juan, el ladrón que se robó el novillo. ¡Prendedle! ; 


OFICIAL 


(Pistola en mano.) (A Juan.) ¡Ríndete! ¡No te muevas o - 
mando que se te mate como un perro! (Dirigiéndose a los 
soldados.) ¡Amarrad a este hombre! (Los soldados se apro- 
iman y le atan las manos. ) 


JUAN 


(Suplicante.) No me perjudiquéis: soy inocente; soy un 
hombre honrado que vive de su trabajo; yo a nadie le he 
cogido nada; pongo de' testigos a todos los peones de la 
hacienda; si algo he hecho durante toda mi vida, desde 
niño, ha. sido trabajar; don Julián sabe bien que siempre 
he trabajado; ¡dejadme libre! Ved 'que tengo una esposa 
joven que necesita de mi apoyo. (Con desesperación.) ¡Ah, 


22 


me vuelvo loco! (Los soldados tiran de él y se resiste.) No me 
llevéis, ¡dejadme, dejadme! : 


OFICIAL 


(4 los soldados.) ¡Ea, obligadlo a marchar con vosotros 
al cuartel! (Juan se tira en tierra, resistiéndose.) Hacedle 
marchar a culatazos. (Los soldados arremeten contra el cuerpo 
caído a culatazos y puntapiés.) 


as 


MARTA 


(Abrazándose de Juan.) (Con desesperación.) ¡Matadnos 
a los dos! (Los soldados golpean a ambos.) (Jadeante.) Los 
ricos..... nos chupan la sangre.... roban nuestra tran- 
quilidad.... nos matan.... ¡infames, infames, infames! 
(Se desmayan.) 


OFICIAL 


(A los soldados.) Traed unas Camillas para levantar a 
esos perros. (Los soldados marchan apresuradamente hacia 
la izquierda.) 


DON BENITO 


(Aproximándose a don Julián.) ¡Sea por el amor de Dios! 
(Hablándole al vído.) ¡Lo sé todo! Ahora es necesario que 
el pueblo ne se dé cuenta de la verdadera causa de este 
atentado. Yo he podido notar en el pueblo una inquietud 
hasta hace poco desconocida. Por todas partes se están 
insurreccionando las peonadas contra los hacendados. Los 
habitantes de esta hacienda han sido siempre muy pací. 
ficos; pero' de algún tiempo acá he notado signos inequí- 
vocos de-que algo fermenta en el fondo de las masas tra- 
bajadoras. Una hoja infernal, un aborto del Diablo con el 
nombre de “Regeneración,” ha logrado introducirse a 
los jacales, burlando la estrecha vigilancia de las autori- 
dades, y la gente está despertando más de lo que es nece- 
sario, con perjuicio de la Iglesia y del sagrado principio 
de Autoridad. Yo me he esforzado en el púlpito por hacer 
volver a la gente a su sencilla ignorancia para que estén 
conformes con su condición; pero observo, que mis pala- 


23 


bras no tienen ahora la influencia que tenían antes: un 
espíritu derebeldía flota en el aire y rumores de revuelta 
ciroulan por doquier.... (Con exaltación.) Don Julián, yo 
presiento que el fin de nuestroimperio sobre la clase des. 
heredada se acerca a pasos de gigante; un cataclismo so- 
cial está por sobrevenir; la plebe se encabrita contra sus 
señores, y un nuevo orden social puede resultar de la in- 
quietud, del descontento que agita a los proletarios .... 


DON JULIAN _ 


(Colérico.) ¡Esa canalla no se atreverá a atentar con- 
tra sus-señores! 


* 


DON BENITO 


Confiado os mostráis, don Julián, y eso se debe a que 
no estáis en contacto con el pueblo; pero yo, que descu- 
bro en el confesionario los más íntimos pensamientos de 
esa gente, puedo deciros que se acerca una catástrofe 
formidable. Hasta hace poco tiempo la gente vivía en el 
temor de Dios, respetando a susamos y al Gobierno, y es- 
perando su recompensa después de la muerte. Ahora, mu- 
cho me temo que quieran su recompensa en esta vida, y 
sólo Dios podrá salvar a la sociedad de las iras del pue- 
blo. (Con vehemencia.) Don Julián, necesitamos impresio. 
nar a la gente con solemnes ejercicios religiosos; hay que 
pintar el Infierno con terribles colores para someterla, y 
para todo eso, la Iglesia necesita dinero. 


DON JULIAN 


(Con fanfarronería.) Por dinero no paréis, señor párro- 
co, que yo os daré todo el que necesitéis, pues al fin y a 
la postre todo lo que se gaste en eso, saldrá de las costi- 
llas de esos perros. 

a 


DON BENITO 
Entendidos. 


TELON j 
24 


ACTO SEGUNDO 


El interior de un jacal sin más mobiliario que toscos trozos de madera 
y piedras que sirven de asientos; un metate colocado al lado de un 
hogar a do, compuesto de tres piedras sobre las que descansa 
una olla anumada. De un rincón pende una cuna, a manera de 
hamaca, fórmada de un costal, y en la cuna descansa el cuerpo 
de un niño envuelto en trapos de dudoso color. La jes por la 
derecha. De un rincón a otro pende un cordel que sostiene algu- 
nas piezas de ropa de manta de hombre y de mujer, puestas a se- 
carse, pero lo suficientemente alto para no estorbar la vista de los 
personajes. En un rincón un baúl y, sobre éste, una cama enro- 
llada en un petate. . 


ESCENA UNICA 


ROSA Y MARCOS, DESPUES RAMON Y TERESA; PEONES PRI- 
MERO, SEGUNDO, TERCERO, CUARTO Y QUINTO; 
HOMBRES, MUJERES, ANCIANOS Y NIÑOS DE 
LA CLASE TRABAJADORA; DON BENI- 

TO, OFICIAL Y SOLDADOS. 


BOSA 


(Hacientlo oscilar la cuna por medio de una cuerda.) No 
sé qué iremos a hacer; cada día estamos más pobres, y el 
amo cada día se vuelve más exigente. Hoy me dijo el ma- 
yordomo, de parte del amo, que éste no permite que mis 
gallinas se críen en terreno de la hacienda, y que tengo : 
que comérmelas o venderlas al corral del amo, y ya sabes 
lo que éso significa: que regale mis animalitos. 


MARCOS 


(Rascándose la cabeza.) Ño sé qué iremos a hacer. El zd- 
ministrador me dijo esta mañana que ya debo a la ha- 
cienda doscientos treinta pesos, porque los ciento setenta 


25 


e y cinco que debía mi difunto padre me los han carga 
a mí. En cuanto a que vendamos las gallinas a la hacier 

da, bien se ve que no obtendremos un solo centavo, pue 

su precio, calculado muy bajo por el amo, será abon 

a mi deuda. (Escupe con rabia y grita.) Rosa, esto es 
insoportable y tanta injusticia tiene que terminar. 

ROSA : 

NS (Con convicción.) Sí, tiene que terminar. (Llaman a l 
puerta.) ¿Quién es? 


RAMON ; , 

(Desde afuera.) Somos Teresa y yo. ¡Abrid pronto! 

« (Abre Marcos la puerta y entran Ramón y Teresa dando 
muestras de gran agitación.) 

TERESA 


¿Sabéis lo que ha ocurrido esta tarde? 


; MARCOS Y ROBA y 
) (Hablando a la vez.) ¿Qué? 


TERESA 


El amo ha mandado prender a Juan. ' 


. 


MARCOS 


(Admirado.) ¿Ha mandado el amo prender a Juan? 


ROSA 


(Admirado.) ¡Pero si Juan es quizá el hombre más bu 
no de la comarca! . 


RAMON 


8í, elamoha mandado prender a Juan. El amo pretende 
- hacerse amar de Marta. Marta rechaza los requiebros 
dul amo. El amo ve que el obstáculo es Juan, por quien 


26 


de Digitized by Google 


Marta siente profundo amor, y para deshacerse de Juan 
ha mandado prenderle, acumulándole el robo de un no- 
villo. Juan ha sido llevado al cuartel de la ciudad, donde 
. se le hará sentar plaza de soldado. 


ROSA 


(Indignada.) Ya esto es más de lo que se puede so- , 
portar 


MARCOS 


: (Airado.) Tanta infamia reclama un pronto fin. 


RAMÓN 


Mntcos míos, hay que hacer algo: no tardarán en lle- 
gar algunos vecinos de la hacienda que desean que tú, 
Marcos, que sabes escribir con tan buena letra y que has 
" leído tantos libros y tantos periódicos, hagas por ellos 
un ocurso al Gobierno llamándole la atención sobre las 
injusticias de que somos víctimas, para que ponga el re- 
medio. 


MARCOS 
¿Un ocurso al Gobierno? 


BAMON 


Sí, en él pondrás que nos encontramos todos en la mi- 
seria; que necesitamos tierra para sembrar por nuestra 
cuenta; que se nos libre de las deudas que tenemos con 
la hacienda; que... A 

MAR005 

¡Basta! Yo no me presto a hacer petápiones ds esa na- 
turaleza. 

ROSA 

Muy bien, Marcos; ya no es tiempo de pedir, sino de 
tomar. (Se escucha de afuera un murmullo de voces. ) 


27 


RAMON 
es Ñ 
Ya vienen los vecinos. 
: ) SS AE ROSA 
al: IET - Abramos la puerta. (Marcos abre la Puerta; entr 
y 2d treinta personas, hombres, mujeres, ancianos y niños, 


. pertenecientes a la clase trabajadora del campo.) ra 
1 


oe PRIMER PEON 


ES - (Entrando.) Buenas noches. 


2 ] 
É ROSA, MARCOS, RAMON Y TERESA 


(A una voz.) Buenas noches. 


PRIMER PEON 


: Venimos a darte una molestia, Marcos. Tú, que 
ml escribir tan bien, vas a escribir una solicitud al Gobierno 
para, E) nl 

SEGUNDO PEOY 
| (Interrumpiéndole.) ¿Ya sabes lo que le pasó a Ji 
di d ! LOLA vis. e y 
ex í % TERCER PEON 


(Interrumpiéndole.) No olvides decir, Marcok que 
e cesitamos tierra para cultivarla por nuestra... 


A $ " CUARTO PEON 
q e rmpiéndos.) Así como agua para regar. 
_bras.. 


er SE p A e. 


EA QUINTO PEON 


(Interrumpténdgle.) Y que se acabe la leva, Marcos; 
no se te olvide décir que queremos que se nos perdo ner 
las deudas que tenemos con la hacienda.... 08 


436 , MARCOS 


di (Con impaciencia.) ¡Basta! Sois unos “chiquillos, Ñ 
0] Pe ¡inocentes como unos chiquillos! Para vosotros no h 


: 28 


Bs by Google 


108 


nm a 


rrido el tiempo. Pensáis y obráis como pensaron y obra- 
ron vuestros padres hace cien años, como pensaron 
y obraron vuestros antepasados hace quinientos, hace 
mil años. Queréis que el Gobierno os libre de la tiranía 
y os salve de la miseria... ¡Inocentes! ¿Cuándo se ha 
visto que el Gobierno dé pan al hambriento y libertad 
al esclavo? (.Pausa.) (Nervioso va y viene a lo largo del jacal; 
los circunstantes se miran asombrados y se cuchichean pala- 
bras al oído; se detiene y prosigue.) No necesito decíroslo; 
los hechos hablan: ¡todo gobierno es malo para los po- 
bres! 


PRIMER PEON 


(Convencido.) Lo que dice Marcos es la mera verdad, 
Veis E 
SEGUNDO PEON 


(Interrumpiéndole.) Mis padres fueron tan desgraciados 
como yo, no obstante que vivieron bajo gobierno, y . 


TERCER PEON 


(Interrumpiéndole. ) Pues mis abuelos me decían que en 
su larga vida nunca vieron que el Gobierno protegiera al 
pobre, y , 

CUARTO PEON 
(Interrumpiéndole.) Pues If verdad es que no me acuerdo 


haber visto alguna vez que el Gobierno haya protegido al 
débil, ni.... 


QUINTO PEON 


(Interrumptiéndole.) Mi padron murió en el presidio; mi 
hermano, en el cuartel. 


MARCOS 


¿Y con toda esa experiencia esperáis todavía justicia del 
Gobierno? ¡Abrid los ojos! Lo que necesitamos los pobres 
es hacernos justicia con nuestras propias manos. ¡Rebe- 
lémonos! (Todos, excepto Marcos y Rosa.) (Santiguándose.) 
¡Ave María Purísima! , 


29 


A CT A (IS Po 1 AS mr rr me 


A AA PP a A 


MARCOS 


- (Indignado.) ¿Tenéis miedo? Pues bien, agachad las 
orejas y permaneced encorvados bajo el peso de vuestra 
vergitenza. Si no os doléis de vosotros mismos, al menos 
. no añadáis una afrenta nueva a la que ya tenéis encima, 
- que afrenta sería pedir justicia a nuestros verdugos cuando 
la dignidad nos grita que debemos arrancarla por la fuerza 
de las manos de nuestros opresores. ¡Dejadme enpaz! 
¡Marchaos! (Con vehemencia.) ¡Siento que la tierra se es- 
tremece de indignación bajo vuestras pisadas de rebaño. 
(Todos permanecen en sus respectivos sitios; los más se rascan 
la cabeza, consternados.) ¡Marchaos! Volved al surco a empa- 
parlo con vuestro sudor para que vuestros tiranos se apro- 
vechen de las cosechas; id a recibir, como premio a vues- 
tra mansedumbre, el estupro de vuestras hijas por los 
amos, y el cuartel, la ley fuga o el presidio para vos- 
otros. ¡Eso es lo que merece el que no-se levanta airado a 
cerrarle el paso al crimen. ¿Pedís? (Con desprecio.) Pues 
bien, aceptad entonces lo que os den: la esclavitud, la 
deshonra y la muerte. * 


RAMON 


(Reposado.) No tenemos miedo, Marcos. ¿No es la 
muerte mil veces más dulce que los tormentos que sufri- 
- mos los pobres? No tenemos miedo a morir; pero ¿qué 
ganamos con rebelarnos? Si supiéramos que con rebelar- 
nos nuestros Hor tendríeiilas antado el pan y afianzada 
su libertad, no vacilaríamos en hacerlo; pero no sucede 
así. Hemos tenido muchas revoluciones y ¿qué es lo que 
siempre ha sucedido? Cae un mal gobierno para estable- 
cerse otro tan malo como el que cayó. El pobre queda 
siempre pobre. 


MARQOS 


El pobre queda siempre pobre porque, al levantarse 
en armas, el pobre espera que un nuevo gobierno haga su 
felicidad. El Gobierno no librará nunca de la miseria al 
pobre, porque no es esa su misión. La misión del Gobierno, 
de cualquier gobierno, de todo gobierno, es proteger los 
intereses de los ricos, intereses que solamente pueden 


30 


prosperar mediante el sacrificio del pobre. Si el pobre 
trabajara solamente para sí mismo y para su familia, ¿qué 
comería el rico? ¿De dónde sacaría entonces el poderoso 
el lujo que ostenta? Para que el rico goce, es preciso que el 
pobre, sufra. Así, pues, lo que se necesita es que ya no 
haya ricos, que todos seamos iguales, y para conseguir 
éso no hay más que un medio: arrebatar de las manos de 
los ricos la tierra, las casas, las máquinas, todo 'lo que 
existe, y hacer de todo ello la propiedad de todos. De esa 
manera ya no necesitaremos alquilar nuestros brazos a 
ningún amo, y todo lo que produzcamos los trabajadores 
será para los trabajadores, y el bienestar de que disfru- 
tan los ricos ahora será disfrutado por los trabajadores. 


ROSA 


(Con convicción.) Esa ha sido nuestra falta: que nos 
hemos levantado en armas para derribar un gobierno y 
poner otro en su lugar, en vez de levantarnos para arre- 
batar la riqueza de las manos de los ricos. ici a la 
puerta; todos se miran asombrados.) $ 


MARCOS 


¿Quién es? 
"DON BENITO 
(Desde afuera.) Abrid, hijos míos. (Todos, con excepción 


de Marcos y Rosa.) (A una voz.) ¡El Senor cura! (Rosa se 
. apresura a abrir la puerta.) 


DON BENITO 


(Entra haciendo caravanas a derecha e. izquierda.) (Con 
unción.) Buenas noches, hijos míos. (Todos, con excepción 
de Marcos y Rosa.) (Arrodillándose. ) (A una voz.) ¡Buenas 
noches, séñor cura! 


DON BENITO 


(Aparte.) Estos condenados de Rosa y Marcos son unos 
herejes. (A todos.) Levantaos, hijos míos, y que Dios os 
bendiga. ¿Os divertís? ¿Celebráis alguna festa? (Aparte. ) 


31 


, 


¿Cómo justificaré mi presencia en este lugar y a esta hora? 
Voy a decir una mentirijilla cualquiera a estos brutos. 
(A todos.) Pasaba camino del curato cuando me sorpren- 
dió ver luz a través de las rendijas de la puerta. Algún 
enfermo, me dije, y me atreví a llamar a la puerta. (Con 
hipocresía.) ¡Es tan dulce consolar al que sufre ! 


MARCOS 


No se celebra aquí ninguna fiesta ni nadie se encuentra 
enfermo. En cuanto a los que sufren... .¡somos todos nos- 
otros! 

1 
DON BENITO 

(Con unción.) Bienaventurados los que sufren en la Tie- 

rra, que de ellos será el reino de los cielos. 


ROSA 


- (Con sorna.) Y los que son felices en la Tierra, ¿pueden 
entrar también al reino de los cielos? 
e h 


É 
DON BENITO 


. ¡Naturalmente, hija mía, naturalmente si son buenos 
cristianos! 


ROSA 


Entonces, bueno sería que todos gozáramos aquí, en la, 
Tierra, y en el reino de los cielos. Al menos eso sería lo 
justo. Un dios verdaderamente justo se preocuparía por- 
que todos fuéramos felices, como.un buen padre de fami- 
lia se preocupa por la felicidad de todos sus hijos. . 


, 


DON BENITO 


Nadie puede juzgar las obras de Dios. (Aparte.) ¡Caram- 
bas, cómo ha despertado esta gentuza! (4 Rosa.) La sa- 
biduría divina quiere que haya pobres y ricos, para probar 
quiénes son los buenos que soportan, con mansedumbre, ' 
gu pobreza, y merecen, por lo mismo, entrar al reino de 
los cielos, y quiénes son los díscolos, para quienes existen 


32 


a e AN 


A 


las llamas del Infierno. (Todos, con excepción de Marcos y 
Rosa, se miran-azorados y hacen la señal de la cruz.) (Aparte.) 
Hay que atemorizar a la plebe pintándola infiernos y de- 
monios, porque, de lo contrario, ¡pobres de los ricos y 
pobres de nosotros los representantes de Dios: tendríamos 
que trabajar para comer! (4 todos.) ¿A qué si se debe, hijos 
míos, esta reunión? 


RAMON 


Señor cura: hemos venido a pedirle a Marcos que. nos 


escriba una solicitud para el Gobierno pidiéndole justicia. 


DON BENITO 


(Fingiendo asombro.) ¡Justicia! ¿Pues qué os pasa? 


RAMON 


Han prendido a Juan, acumulándole el robo de un no- 
villo. Juan es el hombre más honrado de la hacienda: cum- 
plido, trabajador, buen vecino. Es un hombre incapaz de 
cometer un delito.... 


ROSA 
(Interrumpiéndole. ) (Con desprecio.) ¡Dí la verdad, Ra- ' 
món: le han prendido porque Marta es bonita y él es un 
estorbo para que el amo la haga suya. 
MARCOS 


La misma historia de siempre: hemos de sudar para el 
amo y hemos de tener mujer para el amo. (Escupe con 
rabia.) 


DON BENITO 


(Pingiendo asombro.) ¿Pero es posible éso? 


PRIMER. PEON 


¿No recuerda usted, sefior cura, que a Melquiades, 
el vaquero, lo mató la Acordada porque se opuso a que el 
amo le deshonrara la hija? 


33 Tierra. —2 


SEGUNDO PEON 


¿Y quién ha olvidado que Santiago, el carrero, se pudre 
en la cárcel tan sólo porque le hizo ver al amo que la 
manta que nos venden en la tienda de raya, además. de 
ser mala, es cara? 


TERCER PEON 


Pero sin ir muy lejos, ¿qué tantos días hace que Gre- 
gorio, el guadañero, fué enviado de recluta al cuartel, tan 
sólo porque no faltó quien le diera aviso al amo de que 
él andaba diciendo que se nos hace trabajar como machos 
y 8e nos da de comer como perros? 


CUARTO PEON 
¡Queremos justicia! 
QUINTO PEON 


¡Queremos tierra para trabajar por nuestra cuenta! 


DON BENITO 


(Aparte.) Tierra para trabajar por cueuta de ellos, y 
entonces ¿quién trabajará para el amo, para el Gobierno 
y para mí? (A todos.) Hijos míos: Dios, grande y miseri. 
cordioso, os puso en la Tierra para ver si erais fuertes para 
soportar todas las miserias de este valle de lágrimas > 
llevaros después a su seno. Mientras más sufráis aquí, 
más probabilidades | tendréis de subir al cielo. (Aparte. ) 
Ganas me dan de reír con tanta mentira: ¡si supieran es- 
tos idiotas que no hay cielo, habían de querer gozar aquí, 
y entonces los arruinados seríamos los que no sabemos 
trabajar! (A todos.) No ambicionéis los bienes de esta Tie- 
rra. El amo, los ricos todos, son los administradores de 
la riqueza en beneficio vuestro. ¿Qué haríais sin los ricos? 
¿Quién os pagaría vuestros salarios? (Con énfasis.) ¡Os 
morirías de hambre! 


MARCOS 


(Con enfado.) ¡Se morirían de hambre solamente los 
que no quisieran trabajar! 


34 


Ur yu 


DON BENITO 


(Colérico.) ¿Qué es lo que dices, insensato? 


MARCOS 
(Con firmeza.) Lo que oyes, ¡impostor! 


DON BENITO 


(Temblando de ira.) ¡Estás excomulgado! ¡El Infierno te * 
espera! (Aparte.) A éste hay que hacerlo desaparecer. 
MARCOS . 

¿El Infierno? ¿Habrá un Infierno peor que el que sufre* 
el pobre? Si hubiera un Infierno, él estaría repleto, no de 
miserables como yo, sino de bribones como tú, que 
atan con el miedo la mano del pobre PAra: que no la le- 
vante contra sus verdugos. 


DON“BENITO 


(Disimulando su cólera.) Dios me dice que tenga yo pie- 
dad para los pecadores. Asi es que yo te perdono, Marcos. 
(Aparte.) Perdonarlo, ¡un demonio! Ya verá lo que se le 
espera. (4 todos.) Hijos míos, ya es muy tarde y tengo 
que retirarme a mi lecho. (Consultando su reloj.) ¡Ave Ma- 
ría Purísima!: son las diez de la noche. (Aparte.) En cinco 
minutos me pongo al habla con el oficial del destacamento, . 
y a ver si no se ablanda el tal Marcos. (A todos.) Quedad 
con Dios, hijos míos. Buenas noches. (Nadie le saluda; se 
dirige a la puerta.) (Aparte.) La gente ya no teme a Dios; 
¡el reinado de la injusticia está por desplomarse! (Sale.) 


ROSA 


(Abrazando efusivamente a Marcos.) Marcos mío, ¡qué or- 
gullosa estoy de ti! 


MARCOS 
(Radíante.) ¡Mueran los ricos! 


35 


E 


i (A una voz.) ¡Mueran! (Se acercan a Marcos y le abra 
$ _ > 
| e? » Y 


MARCOS 
¡A las armas, hermanos, a tomar lo que nOs pertene 
¡Viva la Revolución Social! 


TODOS 


(4 una voz.) ¡Viva! 
OFICIAL 


(Desde afuera, dando golpes con el pomo de la espada. ) (6 on 
voz de trueno.) ¡Abrid esta puerta en nombre de la justicia! 


MARCOS 


(Indignado.) ¡El fraile nos ha denunciado! 


OFICIAL 


(Desde afuera.) (Con voz de trueno.) ¡Abrid en nomb 
E de la justicia, o echo abajo esta puerta! (Da repetidos 
, pes con el pomo de la espada.) ¡Soldados: echad la pu 
Al abajo a culatazos....! (Se escucha el estrépito de los 
| 208 acompañado de gritos de ¡mueran los bandidos! ¡Viva € 
pS - Supremo Gobierno!) E 
4 MARCOS 
Compañeros: si alguna víctima tiene que haber, ¡qu 
sea yo esa víctima! Me echaré toda la responsabilidad. 


/ 


BOSA 
(Con vehemencia.) ¡Y yo también! (Se coloca al 
Marcos.) (La puerta cae, y entran precipitadamente 
y diez soldados apuntando con sus fusiles.) =; 
OFICIAL 


(Con voz de trueno.) ¡Rendíos, bandidos! Aquí « , 
pira contra la Ley y el orden. (4Aparte.) De esta he: 


36 


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Gobierno me hace coronel. (Se adelanta hacia Marcos y, po- 
niéndole la punta de la espada en el pecho, le grita:) ¡Ríndete, 
pelado! 


MARCOS 


(Aparta rápidamente la espada de su pecho, al mismo tiempo 
que saca un puñal que lleva oculto debajo de la camisa y asesta 
una puñalada al oficial en el corazón.) (Con energía.) 
¡Toma! (El oficial cae muerto a sus pies: los soldados, asom- 
brados, descansan las armas.) En nombre de la Ley venías 
a aprenderme; pues bien, ¡en nombre de la Justicia me 
defiendo! (4 los soldados, con tono solemne.) He muerto a 
vuestro verdugo: ¿os atreveréis a prender a vuestro her- 
mano? (Se da un golpe con el puño en el pecho.) Vosotros 
sois pobres como nosotros, y al apoyar con vuestros fusi- 
les al Gobierno, apoyáis al que nos hace desgraciados a 
nosotros y a vosotros mismos. Vuestras familias están en 
la miseria, sufren hambre, desnudez y opresión, y vos- 
otros, con vuestros fusiles, sostenéis a los. que causan el 
sufrimiento de los vuestros, de la carne de vuestra carne 
y sangre de vuestra sagre. (Con vehemencia.) El soldado 
es el verdugo de sus propios padres, hermanos e hijos. 
Acordaos de que sois hombres y uníos a nosotros para 
derribar la opresión de la maldita trilogía que hace des- 
graciado al sér humano: ¡el burgués, el clérigo y el go- 
bernante! 


SOLDADOS 


(A una voz.) ¡Viva la Revolución! 


TODOS 


(A una voz.) ¡Viva! (Se abrazan soldados y paisanos.) 


MARCOS 


Compañeros: no hay que perder tiempo. La hora de la 
libertad de los esclavos ha sonado. Que cada quien llame 
de puerta en puerta anunciando la buena nueva para que 
se nos unan todos los que tengan corazón, y en seguida 
a rescatar a Juan y a Marta, y a tomar, por último, pose- 


37 


Y a em 


sión de la Habiónda para el beneficio de los trabe be 
¡Adelante! (Se dirige a la puerta y sale acompañado de 
que ha tomado al niño de la cuna.) 


, 


y 1] TODOS 


dl 


a (Dirigiéndose a la puerta y saliendo.) (A una vol p 
ran los ricos! ¡Mueran los frailes! ¡Mueran los go! 
¡Viva Tierra y Libertad! > 


38 


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ACTO TERCERO 


La decoración representa dos calabozos, separados por una pared que 
divide en dos partes el escenario. Un petate y un jarro en cada 


, Uno de los calabozos. 


ESCENA UNICA 


JUAN, MARTA, DON JULIAN, DON BENITO, CARCELERO, 
MARCOS, ROSA, RAMON, TERESA, CAMPESINOS 
DE AMBOS SEXOS Y DISTINTAS EDADES 


MARTA 


(En el calabozo de la derecha; sentada en el petate.) (Suspi- 
rando.) ¿Dónde estará Juan? (Pausa.) ¿Lo habrá matado 
la Acordada? (Se levanta presa de gran excitación.) (Gritan- 
do.) ¡Asesinos! ¡Malvados! ¡Infames! (Se retuerce los brazos 
con desesperación,.y se tira al fin en el petate, escondiendo el 
rostro entre las manos.) 


JUAN 


(Pasea por su calabozo; se detiene.) ¿Qué habrá sido de 
mi Marta? ¿Se habrá rendido a los apetitos del amo? (Con 
desesperación.) ¡Ah, me vuelvo loco! (Se pasea.) 


. MARTA 


(Incorporándose.) ¡Si siquiera me fuera concedido el ver 
a mi Juan por última vez...! (Solloza.) (Permanece sentada 
con la cara sobre las rodillas.) 


89 


3 
a 
É 


JUAN 


(Se detiene.) (Llevándose las manos a la cabeza.) 
beza va a estallar! (Se paa sobre el petate: Y perma: 
móvil, recostado.) á 


MARTA 


(Alarga la mano al Jarro y bebe; coloca.el jarro en su 
gar.) (Con amargura.) ¡Cuán desgraciados somos lo; 

bres! ¡No somos ni dueños de nuestros cuerpos! ( 
de cerrojos procede de la puerta; setira sobre el petate y 
estar dormida.) 


CARCELERO 


(Abre la puerta y aparece blandiendo un garrote en lamas 
sujetado por una correa; se acerca a Marta.) (Con voz im; 
riosa.) ¿Duermes? (Marta no se mueve; la agita con la p 
del garrote.) ¡Despierta, marrana!. 


MARTA 


(Quejándose.) ¡Ay, sufro'mucho! 


CARCELERO 


Eso te enseñará a respetar a tus amos. ¡Imbécill 


-MARTA y : 
( Incorporándose;) Yo respeto a todos; pero el amo de a 
me respeta a mí. 


CARCELERO 


(Irritado.) ¿Y quién eres tú para que el amo te 
pete? ¡Una pelada! ¿ s 


MARTA * 


(Con firmeza.) Soy un sér humano; soy una mujer. y 
sentiría usted si en mi lugar estuviera la madre q 
“trajo en el seno? 


CARCELERO 
(Con impaciencia.) ¡Ea, basta de filosofías! Lo que de- 
bes hacer es acceder o lo que el amo te pida. 
. MAETA j 
¿Sería usted capaz de entregar a las caricias del amo 
la mujer que usted amase? 


CARCELERO 


(Irritado.) ¡Bastal No vengo a que me confieses, ¿lo 


oyes? Hace dos horas que se llevaron al bruto de tu ma- 
rido, atado code con codo, a la ciudad...... y ya lo sa- 
bes, por el camino...... (tose) por el camino...... (tose 
y sonríe burlonamente) por el camino le atacará la sed.... 
y como a los empleados del Gobierno se nos parte el co- 
razón al ver sufrir al prójimo....... pues, le darán su 
«agua». ¡Ja, ja, ja! 


MARTA 


" (Se pone en pie horrorizado.) (Grita.) ¡Es una infamia! 
¡Eso no puede ser así! ¡Traedme a mi Juan o matadme a 
mí con él! o 


CARCELERBO 


(Palmeándole la espalda.) (Paternal.) Calma, chiquilla, 
calma. Aun es tiempo de que te devuelvan a tu Juan. Se 
puede ordenar por teléfono a los lugares por donde va a 
pasar con la escolta, que lo regresen, y lo volverás a tener 
contigo. (Palmeándole la espalda con zalamería.) ¡Tontuela! 
En tús maños está la vida de Juan. Entrégate al amo. 


MARTA 


(Se aparta asqueada del carcelero.) (Con resolución.) ¡Eso 
nunca! ¡Primero muerta que ofender a Juan! ¡Ah, Juan 
mío, estoy segura de que preferirías morir, mejor que 
verme en los brazos del amo! (Llevándose ambas manos a 
las sienes.) ¡Cuánto sutro!. (Se tira sobre el petate.) 


41 


CARCELERO 


(Encogiéndose de hombros.) Bueno, ya lo sabes. De ti 
depende ahora. (Escupe con desprecio y sale; se oye ruido 
de cerrojos.) 

JUAN : 


- (Incorporándose.) Si siquiera supiera yo cómo está 
Marta.... ¡Pobrecita! ¡Qué gran corazón el suyo! ¡Com- 

“ partir los golpes conmigo....! (Se pone en pie y reanuda 
sus paseos.) (Palpándose el cuerpo.) ¡Cuánto me duele el 
cuerpo a pesar de lo acostumbrado que estoy al maltrato 
desde niño! ¿Cuánto no sufrirá ella? ¡Infames! ¡Cobardes! 
(Se escucha ruido de cerrojos; reanuda sus paseos.) 


CARCELERO 


(Abre la puerta y aparece blandiendo en la mano un ga- . 
rrote, sujetado por una correa. Juan continúa sus paseos sin : 


Aijar su atención en el visitante. El carcelero le da un terrible 
garrotazo por la espalda, que lo tiende boca abajo; en seguida 
lo hace levantarse a puntaptés.) ¡Levántate, perro! 


JUAN 


(Levantando y cayendo alternativamente a los puntaptés.) 
(Quejumbroso.) No me pe....gue su merced. Estoy.... 
ren....di....do. (Logra ponerse en pie.) Nole pegue usted 
a un hombre indefenso. Mire que soy un hombre inofen- 
sivo. E 

CARCELERO , 


(Con sarcasmo.) Si, muy inofensivo, tan inofensivo el 


angelito que si se le dejara aletear acabaría por comerse - 


. todos los novillos del amo. 
JUAN 


(Con desesperación.) ¡Soy inocente! * 


CARCELERO 


(Irritado.) ¿Inocente dices? (Con desprecio.) ¡Bah, nin- 
gún inocente cae en las manos de la Justicial Mira al amo, 


42 


al señor cura, a todos los hombres de bien, a los emplea- 

dos del Gobierno, ¿cuándo pone la Ley la mano sobre 

ellos? (Con énfasis.) ¡La espada de la Justicia no cae so- 

bre los hombres honrados! (Con petulancia.) ¡Mírame a mi! 
JUAN 


(Con desesperación.) ¡Soy inocente! ¡Soy inocente! ¡Mi 
crimen es estar unido a una mujer bonita! 


CARCELERO 


- (Con desprecio.) Tu mujer, ¡bah, una perdida! 


JUAN 
(Jadeante.) ¿Qué dice usted de mi Marta? 


CARCELERO 


(Con sorna. ' ¡Y se atreve el Juan Lanas a llamarla 
(subrayando) su Mar-ta! ¿Sabes lo que está haciendo (sub- 
rayando) tu Mar—ta mientras tú, ¡idiota! te encuentras aquí? 


JUAN 
(Con desesperación.) ¿Qué? ¿Qué? ¡Hable usted, por fa- 
vor, que me vuelvo loco! 


CARCELERO 


(Con sorna.) Se está divirtiendo con los soldados..... 
¡Ja, ja, ja! 3 
JUAN 
(Llevándose las manos a las sienes y bamboleúndose como 


un borracho.) (Con amargura.) ¿Qué es lo que oigo? ¡Ah, 
me siento morir! ¡Mi corazón llora sangre! (Solloza con- 


_vulsivamente.) 


CARCELERO 


(Sonriendo aparte.) Parece que traga el anzuelo. (Fro- 
tándose las manos con satisfacción,) Si gano a Marta para el 


43 


e mom 


PRA A TASA NI 


«Y 


amo, me harán Jefe político. (4 Juan, palmeándole compa- 
sivamente la espalda.) No llores, tonto, no te aflijas. ¡Hay 
tantas mujeres en el mundo! Abandona a Marta, que no 
. merece que te sacrifiques por ella. (Se escucha de la parte 
de afuera algazara de gente ebria, risas de hombres y mujeres; 
después, varias voces cantan: «Estando, estando amarrando un 
gallo, se me re, se me reventó el cordon», interrumpiendo la 
canción explosiones de risas, alaridos y gritos destemplados. 
Cesa el ruido.) ¿Oyes? Allí está Marta. (Aparte, sonriendo 
y frotándose las manos con satisfacción.) Me harán Jefe po- 
lítico, me harán Gobernador, 


JUAN 


(Suplicante.) ¡Ah, déjeme usted solo, por favor! ¡Soy 
muy desgraciado! He perdido mi tesoro, ¡el amor de 
Marta! (Solloza.)  * 


ARORLERO 


(Compasivo, palmeándole la espalda.) No te aflijas, Juan. 
(Aparte.) ¿Quién pudiera asegurar que nunca llegaré a 
ser Presidente de la República? Primero, Jefe político; 
después, Gobernador; de allí, al Senado, al Ministerio, y, 
por fin, me veré ocupando la Silla presidencial. ¿Quién 
me toserá entonces? Gobernaré con mano de hierro. (Exal- 
tado.) ¡Sí, mano de hierro necesita la plebe para que no 
se abalance sobre las personas honradas! ¡Malditos pela- 
dos! ¿Qué sería de los bienes de los ricos si no hubiera 
autoridad? (AJuan.) No te aflijas. Mira: estás hablando 
con un hombre honrado y de buen corazón, que te vaa 
dar un consejo para tu bien: abandona a Marta. 


; . JUAN 


¡Ah, me siento desfallecer! Ud arroja sobre el petate A 
queda inmóvil.) 


PS 


Piénsalo bien, Juan. (Dirigiéndose a la puerta. Aparte.) . 
¡La va a abandonar! ¡Mi carrera política está asegurada! 
(Sale, cerrando tros de sí la puerta; se oye ruido de cerrojos.) 


edo 


MARTA 


(Incorporándose.) Si mg muriera, ¡qué felicidad! (82 
oye ruido de cerrojos. ) 


CARCELERBO 


(Se abre la puerta y aparece el carcelero seguido de don Be- 
nito.) (Mostrándola a don Benito.) Está despierta. Me re- 
tiro, señor cura, para que pueda usted entregarse en paz 
a las sagradas funciones de su ministerio. (Se inclina; le 
besa la mano y sale.) 

DON BENITO 


(Acercándose a Marta.) (Paternal.) Buenas noches, hija 
mía. . 


MARTA 
(Con tristeza.) Buenas noches, señor cura. 


DON BKNITO 


(Con hipocresía.) Comprendiendo que sufres, vengo a con- 
solarte. (Poniendo en alto los ojos.) Dios misericordioso, apiá- 
date de tus ovejas; pasa tu mano divina por el corazón * 
de los tristes, para que en ellos renazca la esperanza. Ilu- 
míname para que pueda dar consuelo a esta desgraciada. 
(Posa las manas con dulzura en la cabeza inclinada de Marta.) 


MARTA 


(Con amargura.) ¡Cuánto sufro! * 


DON BENITO 


(Aparte, sonriendo.) Tanto mejor; con más facilidad con- 
seguiré mi objeto. (A ella.) Resígnate, hija mía, a saber 
lo peor. 

MARTA 


(Poniéndose en pie precipitadamente.) (Jadeante.) ¿Es que 
ya mataron a Juan? 


45 


DON BENITO 


(Acariciándola las mejillas.) Ng, no quiero decir eso. Sim- 
plemente que es bueno que pe preparada para lo peor. 
El delito de Juan es grave, gravísimo. Ha ofendido gran- 
demente a Dios, que,en su sabiduría divina ordenó: ¡no 
hurtarás! 


MARTA 


(Con desesperación.) ¡Juan es inocente! ¡Juan esinocente! 


DON BENITO 


(Con convicción.) Juan es culpable, hija mía. Su crimen 
es de los que Dios Nuestro Señor castiga con las eternas 
llamas del Infierno, y el gobierno de la Tierra con la pena 
de muerte, Juan va a morir. .... : 


MARTA 


(Interrumpiéndole con viveza.) ¡Señor! ¡Señor: daría mi 
vida con'tal de galvar a Juan! (Cae de rodillas; se abraza a 
las piernas de don Benito y solloza convulsivamente.) 


DON BENITO 


(Con sonrisa de triunfo.) (Aparte.) ¡Veo un obispado en 
perspectiva! (4 ella.) Juan fué entregado ya a la Acor- 
dada, y a estas horas debe estar ya a punto de sufrir la 
pena de la ley humana, para ir a recibir después el cas- 
tigo de Dios, que es todo misericordia. (Sonriendo, aparte.) 
¡Valiente misericordia esa de achicharrarlo a uno por toda 
una eternidad! ¡Por fortuna estos idiotas no razonan! (4 
ella,) Resíguate y reza por su alma. 


- MARTA 


(Levantando los brazos hacia don Benito.) (Con desespera- 
ción.) Sálveme usted a mi Juan, señor cura, sálvemelo 
usted. ¡Ah, me muero de angustia! ¿Qué haré para salvarlo? 
¿Qué haré? (Permanece de rodillas, sollozando, con el rostro 
escondido entre las manos.) 


46 


ER 2 =% = A O 


DON BENITO 


(Aparte.) Este es el momento, Benito; aprovéchalo ó 
adiós mitra. (A ella.) Pídele perdón alamo y... (Pausa.) 


MARTA 


(Levantando la cabeza.) (Con viveza.) ¿Y qué? 


DON BENITO 


(Lentamente.) Y si te acaricia, acarícialo también. 


MARTA 


(Levantándose indignada.) ¡Eso, nunca! ¡Eso, nunca! (Se 
retuerce los brazos presa de grande agitación.) 


DON BENITO 


Entonces, ¡sobre tu cabeza pesará el cadáver de Juan 
y el remordimiento roerá tu corazón hasta la muerte! En 
éstos momentos Juan marcha en medio de la escolta. ¡Ima- 
gínatelo! ¡Imagínatelo! Sus custodios van a caballo, ale- 
gres como quien va aun paseo. ¡Como que van cumpliendo 
con su deber de velar por los intereses sagrados de la 
sociedad! Él, a pie, los codos atados, rendido de fatiga, 
pensando on bio... (Exaltándose.) ¡Pensando en ti, en 
la egoísta que no es capaz de sacrificarse por salvarlo de la 
muerte! (Insinuoso.) ¿Lo ves? ¡Cuán grande es su fatiga!; 
retarda el paso; ya no puede caminar más; de su rostro 
brota el sudor copiosamente. .... ¡con la punta del sable 
le rascan los riñones, y aviva el paso! ¿Lo ves? ¿Lo ves? 
En su mente lleva una imagen: ¡eres tú, a quien adora! 
(Marta sóolloza convulsivamente.) Ya casi no puede dar paso. 
¿Lo ves? Acaba de caer y a sablazos lo hacen levantarse. 
“¡Oh, Marta, Marta, sálvame!,” grita en su dolor. No puede 
más; se tira al suelo. .... y una bala pone fin a sus tor? 
turas. ..... ; 

MARTA 


(Con desesperación.) ¡Ah, soy del amo! ¡Me entregaré al 
amo! ¡Que me devuelvan a mi Juan! (Se tira sollozando so- 
bre el petate.) 


47 


DON BENITO 


(Aparte, sonriendo y frotándose las manos.) ¡Me he ga- 
nado la mitra! ¡Seré obispo! ¡Bendito sea Dios! ¡Aleluya! 
¡Aleluya! (A ella.) Corro a dar la noticia al amo, para que 
por teléfono se avise a la autoridad que devuelvan a Juan. 
¡Dios quiera que no sea demasiado tardío tu sacrificio! 
(Aparte, sonr iendo.) ¡Si supiera la estúpida que no la Be- 
para de Juan más que esta pared! (Tocándose la frente con 
la punta del índice.) ¡Para ingenio, sólo un ministro del 
Señor! (Dirigiéndose a la puerta.) Ahora, a ver qué se huele 
por la casa de Marcos. (Sale. ) 


CARCELERO 


(Asomando. la cabeza.) (Aparte.) Parece que duerme. 
Ya daré mi vuelta. (Se retira haciendo sonar el cerrojo.) 


JUAN * 


(Incorporándose.) ¡Qué dulce sería morir! 


MARTA 


(Incorporándose. ) ¿Cuándo romperá el esclavo sus ca- 
denas? 


JUAN 


¡Siento que no sobreviviré a mi dolor! (Se deja caer so- 
bre el petale.) 


MARTA 


Si fueran veneno mis caricias, con qué gusto se las pro- 
digaría al amo. .... (Se deja caer sobre el petate.) (Humor 
de cerrojo en la puerta.) 


: DON JULIAN 
(Entra y cierra la puerta tras de sí.) (Aparte.) ¿Será ver- 
dad lo que me dice el curilla? (4 ella.) Buenas noches, 
Marta. (Marta no contesta.) Debe estar dormida la piojosa. 
(Se acerca a ella, se sienta en el petate y la rodga el talle con el 
brazo.) (Con fingida dulzura.) Despierta, amor mío, des- 


48 


pierta, que aquí está el que daría toda su fortuna por tu 
amor. Ya di orden a la autoridad de que pongan libre a 
ese testarudo de Juan. ¿Qué otra prueba quieres de mi 
amor? 


MARTA 


(Incorporándose.) (Suplicante.) Tenga usted compasión 
de mí; no añada usted el aguijón de su burla a mi in- 
menso dolor. Usted no siente amor por mí. (Con energía.) 
Tú sientes el apetito de la bestia: ¡sácialo, monstruo! El 
amor no puede residir en tu corazón, ¿o es que hay per- 
fume en el lodo? (Como soñando.) El amor es la sonrisa 
de la vida; el amor es luz que baña el corazón con clari. 
dades de aurora. (Exaltándose.) El apetito serpea por los 
senderos tortuosos del crimen para conseguir su objeto; 
el amor no se arrastra: ¡tiene alas! (Se deja caer sobre el 
petate, ) : 


DON JULIAN 
(Enardecido.) Como quiera que sea, vas a ser mía. Que 
me arrastro..... Si fueras de mi clase, no mé arrastraría; 


¡Pero eres tan baja, que por fuerza tengo que arrastrarme! 


MARTA 


(Incorporándose.) (Con viveza.). Abusa de tu fuerza, ti- 
rano, mientras suena la hora de la venganza. (Con deses- 
peración.) ¡Soy tuya! ¡Devóramel (Se deja caer sobre el pe- 
tate; don Julian la abraza y la besa con ardor; pero al mismo 
tiempo se escucha el canto de La Marsellesa Anarquista, ento- 
nado por hombres, mujeres y niños, mezclado con vocerío, dis- 
paros de fusilería y fragor de combate: 


“A la revuelta, proletario, 
“Ya brilla el día de la redención; 
. “Que el sublime ideal libertario 
“Sea el norte de la rebelión. 


(Se repite este verso.) 


“Dignifiquemos del hombre la vida 
“En un nuevo organismo social, 


49 


A 


| 
| 


- anuda su paseo.) 


Ll 


«Destruyendo las causas del mal 
“De esta vil sociedad maldecida. 


“Obreros, ¡a luchar! 
“¡A la revolución! 
“Con decisión 
“A conquistar 
“Nuestra emancipación.” 


DON JULIAN 

"(Poniéndose en pie con viveza al comenzar el canto y el. E 
mor de combate.) (Lo mismo hacen Marta y Juan.) (Alo 
mado.) ¿Qué oigo? ¿Qué significa esto? 


MARTA 


(Con exaltación.) ¡Esto significa que la plebe romp 
cadenas! 
JUAN 


¿Habrá llegado el día santo de la venganza?" (Se 
nervioso. ) 


CARCELERO 


(Entra precipitadamente al calabozo de Marta.) ( Tembla 
de miedo, a don Julián.) ¡Señor, estamos perdidos 
peonada. se ha rebelado! ¡Algunos soldados han h: 
causa común con la plebe! A 


DON JULIAN 


(Alarmado.) ¿Y qué quiere esa canalla? 


CARCELERO 


¡Tierra y Libertad! (El carcelero y don Julián 9 
gronadados. Marta está radiante de entusiasmo.) 


JUAN 
(Se detiene.) Momento suspirado, ¡al fin llegaste 


50 


y MARTA i 
(Gritando.) Rebelión, ¡bendita seas! 


DON JULIAN 4 


(Azorado.) ¡Huyamos! 


CARCELERO 


(Con desconsuelo.) Es inútil; la cárcel está sitiada por 

los rebeldes. Toda salida está cortada. Los leales se baten - 
- con valor por el Supremo Gobierno. y los sagrados inte- 

- reses de la sociedad; pero los bandidos son más que ellos. 

: ¡Estamos perdidos! 


DON JULIAN 
. , - . 
(Azorado.) Sin embargo, probemos a huir. 


e CARCELERO- 

e (Sombrío.) No nos queda más salida que la del cemen- 
terio. ¡El reinado de la injusticia terminó! 

y MARCOS 

53 


(Se oye ruido de cerrojos en la puerta del calabozo de Juan; 
entra Marcos acompañado de Rosa, Ramón, Teresa y de algunos 
- campesinos de ambos sexos y diferentes edades, armados con 
fusiles, azadones, guadañas, hoces, pistolas y garrotes. Uno de 
los campesinos porta una bandera roja, que ostenta en letras blan- 
cas esta inscripción: Tierra y Libertad.) (Echándose en brazos 
de Juan.) Hermano, estás libre en nombre de la Revolu- - 
«ción. Ahora, vamos a libertar a Marta. 


bes Y 


JUAN > 


Asombrado.) ¡Cómo! ¿Está presa Marta? 
¡ ¿ Pp 


MARCOS 
Todo el tiempo ha permanecido en su calabozo como tú. 


51. 


Digitized by. En 003 le 


JUAN 


(Con exaltación.) ¡Ah, qué feliz soy! ¡El carcelero mintió 
para que yo repudiara a Marta! ¡Vamos a libertarla! (Sa- 
len Juan y Marcos seguidos de los demás. ) 


CARCELERO Dd 


(Asomándogse a la puerta.) divida de ) Ya Be acercan 2. 
rébeldes. 


DON JULIAN 


(Buscando en vano un refugio en el calabozo.) ¡Piedad! 
pa (Aparecen Marcos, Juan, Rosa, Ramón, Teresa y 
os demás que entraron al calabozo de Juan. Unos campesinos 
hacen caminar a. don Benito a empellones, atado por los codos.) 


e 


JUAN 


(Echándose en brazos de Marta. ) (Con dulzura. Eb Si 
mía! 


MARTA 
(Con dulzura.) ¡Mi Juan! (Permanecen abrazados.) 


MARCOS 


(Dirigiéndose al carcelero, don Julián y don Bentto.) (So- 
lemne.) ¡Tiranos: por siglos y siglos habéis chupado nues- 
tra sangre! Las lágrimas que nos habéis hecho derramar 
bastarían para ahogaros. El pueblo ha esperado paciente 
la llegada de un Mesías que lo salvase; pero todos los 
Mesías han resultado traidores a la causa de la humani- 
dad. Es que el pueblo os había dejado con vida y con 
vosotros las instituciones que representáis. Ahora es dis- 
tinto. Vais a morir, y con vosotros morirán la Autoridad, 
el Capital y la Iglesia, los tres verdugos de la especie hu- 
mana. De hoy en adelante no habrá un hombre que se 
atreva a hacerse obedecer; no habrá un hombre que 
explote el trabajo de otro hombre; no habrá embauca- 
dores que entre la justicia popular y el crimen encien- 
dan las llamas del Infierno para proteger al de arriba 
de la rebeldía del de abajo. (4 los revolucionarios.) Com- 


52 


VO, ) ¡Viva! PR de los prisio 
n da del caos atados codo con 2000 (Sun e 


: Digitasd A Google E. 


A A a 


a O A 
y Je 


' ACTO CUARTO 


La decoración representa un campo a orillas de un caserío compuesto 
de.jacales. Grupos diseminados de campesinos y campesinas de 
diferentes edades, sentados pa sarapes, forman ruedos, en los que 
se come y se bebe alegremente. Campesinos y campesinas circulan 
por todas partes, mostrando'gran regocijo en sus actitudes. Niños 
jugueteando. En lugar prominente, la bandera roja con la inscrip- 

.ción: «Tierra y Libertad,» eh letras blancas. Armas en pabellón 
mezcladas con instrumentos de labranza. 


ESCENA I 
JUAN, MARTA, MARCOS, ROSA, RAMON, TERESA, CENTINELA 


MARCOS 


(Juan, Marta, Marcos, Rosa, Ramón, Teresa y otros for- 
man parte de uno de los grupos.) (Sonriente.) Hace veinti- 
cuatro horas solamente que ese viejo sol tostaba los lo- 
mos del rebaño, y hoy besa las frentes de hombres libres. 
Todavía ayer no éramos dueños de un terrón donde re- 
clinar la cabeza; hoy todo es nuestro. 


RAMON 


(Entusiasmado.) A ti te lo debemos todo, Marcos. Com- 
pañeros: un aplauso para Marcos. (Muchos de los que an- 
dan paseando y aun de los que forman grupos se acercan.) ' 


MARCOS E 


(Con viveza y dignidad.) ¡Alto ahíl Nada me debéis. 
Aquí cada quien ha querido ser libre, y para. ser libre ha 


55 


tenido necesidad de luchar por la libertad de los demás, 

“ pues no se puede ser libre cuando los demás son escla- 
vos. Dé manera que todos somos acreedores y deudores 
a la vez. No comencemos, compañeros, por hacer caudi- 

- llos para que mañana se conviertan en tiranos. Cuando 
se hace creer a un hombre que a él se le debe la libertad 
de un pueblo, ese hombre llega a creerse superior a 
los demás. 


ROSA 


— (Animada.) ¡Muy bien! ¡Muy bien! Aplaudámonos to- 
dos; felicitémonos todos, que a todos y a cada uno de 
nosotros se debe el que en este hermoso día podamos ce- 
lebrar la fiesta de los hermanos, de los iguales y de los 
libres. : et 


TERESA ? 


* Todo lo que decís está muy bien dicho; pero si Marcos 
no nos hubiera persuadido de la inutilidad de pedir jus- 
ticia a nuestros tiranos, estaríamos esperando y conti- 
nuaríamos esperando, por siglos, que nos viniera de lo'alto 
un jirón de libertad, un guiñapo de justicia o una mi- 
gaja de pan, cuando. no hemos hecho más que decidirnos 
a alargar la mano para ser libres y dueños de la riqueza 
social. 


MARCOS 


Compañeros: la experiencia adquirida en estas últimas - 
veinticuatro horas, nos enseña cuán sábia es la máxima 
que dice que “la emancipación de los trabajadores ha de . 
ser obra de los trabajadores mismos.” ¡Silos trabajadores 
de las ciudades hicieran lo mismo que nosotros......! Pero . 
no; manejados por políticos astutos, ellos han encomen- 
dado al Gobierno la tarea de emanciparlos, que es como 
encomendar al lobo la guarda del cordero. Ahora, herma- 
nos, a trabajar la tierra para nuestro beneficio exclusivo, 
pero sin abandonar el fusil. El enemigo no duerme; en la 
ciudad se conspira contra la revolución de los campe- 
sinos. 


56 


ROSA 


(Con entusiasmo.) ¡Sí, compañeros, alerta! Los obreros 
de las ciudades, desconociendo la solidaridad que debe 
existir entre todos los explotados, han hecho causa co- 
mún con los partidos políticos y están contra nosotros. 
Ellos esperan que un gobierno los emancipe. ¡Pobres her- 
manos descarriados! ¿Qué gobierno ha beneficiado al po- 
bre? ¡El Gobierno, todo gobierno, tiene que ser el verdugo 
del trabajador y el ángel guardián del burgués! MEE 
todo gobierno! 


. TODOS 
(4 una voz.) ¡Mueral 


CENTINELA 


(Entrando precipitadamente por la derecha.) (Agitado. ) ¡El 
enemigo se acerca al cañón de La Quemada! 


TODOS 


¡A las armas! ¡Viva Tierra y Libertad! (Toman las ar- 
mas y la bandera roja, al mismo tiempo que entonan la segun- 
da estrofa de La Marsellesa Anarquista.) 


“No más al amo gobernante 
“Por vil salario queremos servir; 
“Ya no más la limosna humillante, 
“Ya no más suplicar ni pedir. 


(Se repite este verso.) 


“(Que al pedir pan, por hambre acosado, 
“El proletario, con impotente voz 
“Le contesta, mortífero y feroz, 
“El fusil del verdugo uniformado. 


“Obreros, ¡a luchar! 
“¡A la revolución! — * 
“Con decisión 
“A conquistar 
“Nuestra emancipación.” 


ST 


4 E. 
O O A e e e e A KA A 


(Salen cantando, por la derecha, dando muestras de grande 
- entusiasmo y ardor combativo.) (Cambia la decoración. ) 


- La decoración representa el despacho de. un gran personaje 


ESCENA Il 


MINISTRO, SEÑORITA SOFIA MERINDIETA, LOPEZ, 
DELEGADO, MOZO, OBREROS 


MINISTRO + 


(Fumando un puro al lado de su escritorio; consulta su 
reloj.) (Bostezando.) ¡Mal rayo parta a López! Son las once 
y veinticinco minutos de la.mañana, y no asoma todavía 
las narices. (Da sendas fumadas a su puro.) Si no fueran 
tan útiles al capitalismo y al Gobierno estos jefes obreros, 
les levantaría la canasta, no les pagaría más sueldo. Pero 
¿qué hacer sin ellos? Si se dejase a los trabajadores obrar 
por su propia iniciativa. ....¡adiós, sistema capitalista! - 
Mientras que teniendo jefes, nosotros nos entendemos con 
esos jefes, y los jefes se encargan de adormecerlos. Sin 
jefes, los obreros ya se habrían echado sobre la maquina- 
ria para trabajar por su cuenta, como los campesinos se 
están apoderando de las tierras para independerse eco- 
nómicamente; pero los jefes se dan sus mañas para entre- 
tener con reformas a esos zoquetes de obreros, y solamente 
así podemos lograr que no se acabe de desplomar el sis- 
tema de la propiedad privada. (Se oye el sonido de una 
campanilla eléctrica.) ¡Por fin llega ese maldecido de Ló- 
pez! (Entra un mozo con una charola, en la que hay una tar- 
jeta; el ministro recoge la tarjeta y lee aparte.) “Señorita Sofía 
Merindieta, Profesora Normalista.” (4lmozo.) ¡Que pase! 
(Sale el mozo.) (Frotándose las manos.) Es guapa la profe- 
sorcilla. (Entra la señorita Merindieta.) 


SEÑORITA MERINDIETA 


“(Inclinándose.) Buenos días, señor Ministro. 


“MINISTRO 


(Levántase de su asiento y estrecha efusivamante la mano de 
la visitante.) Buenos días, señorita. Sírvase usted sentarse. 


58 


(Se sientan en un sofá.) (Meloso.) Sírvase usted decirme en 
qué puedo serla útil. 


SENORITA 


Estoy en la miseria. Necesito un empleo cualquiera. Mi 
familia se muere de hambre. 


MINISTRO 


Ayer recibí la comunicación de usted solicitendo esta 
audiencia, y desde luego acordé recibirla hoy, pues nues- 
tro deber de gobernantes es atender con prontitud toda 
petición. (Con énfasis.) Para eso estamos: para servir al 
pueblo. , 


SEÑORITA 


Gracias, señor Ministro. - 


MINISTRO 


Pero tengo la pena de decir a usted que el Gobierno 
está pasando por una crisis terrible. El país está infestado 
de bandidos levantados en armas, que no respetan ni las 
propiedades ni las personas y que amenazan destruir el 
orden de la sociedad, y los hombres del Gobierno necesi- 
tamos hacer toda clase de economías, reducir los gastos 
hasta el sacrificio, para poder hacer frente a la situación. 
Por tal razón, señorita, tengo el dolor de manifestar a 
usted que, al menos por hoy, es imposible darla a usted 
algún puesto. Más tarde, ya veremos. Tendré presente el 
nombre y la dirección de usted para mandarla llamar. 


SEÑORITA 
(Dando muestras de un gran pesar.) Sefior, mi madre 
está en cama; mis hermanitos piden pan.... (Solloza.) 
MINISTRO 


(Sonriendo, aparte.) Tanto mejor, con más facilidad acep- 
tarás mis caricias. (A ella.) Se me parte el corazón ante 


59 


tanto sufrimiento. (Hipócritamente.) ¿Para qué le daría 
Dios a uno un corazón tan sensible? 


SEÑORITA 


(Suplicante.) ¡Socórrame usted, señor Ministro. Desde 
ayer no se prueba bocado en mi casa; mi madre no tiene 
medicinas; los niños tienen frío y hambre...  (Solloza.) 


MINISTRO 


- (Sonriendo, aparte.) ¡Será mía! (A ella.) ¡Por el amor de 
Dios, que me mata usted con su pesar! (Ella solloza convul- 
sivamente; él-la rodea el talle con el brazo; aparte.) Tiene que 
caer, tiene que caer. Si no hubiera dolor abajo, ¿de dón- 
de sacaríamos nuestras queridas los de arriba? (Se abre la 
puerta.) ; 

MOZO 
¡El señor López! 
MINISTRO 
(Aparte.) ¡Mal rayo lo parta! (4l mozo.) Que pase. 

(A ella.) Sírvase usted venir mañana a las once, que pro- 
curaré aliviar su situación. ¡No ha tocado usted un cora- 
zón de roca! (Estrechándole efusivamente la mano.) Hasta 
: mañana. 


SEÑORITA 


(Con desesperación.) ¡Veinticuatro horas más de agonía! 
(Sale sollozando:) 


MINISTRO , 


(Furioso.) ¡Qué inoportuno es el tal López! Diez mi- 
nutos más y .. cae. ; 


LOPEZ 


(Entrando.) Buenos días, señor Ministro. . 


MINISTRO 


Buenos días, señor López. (Le estrecha la mano.) Sír- 
, vase usted tomar asiento. (Se sientan.) 


60 


*/ 


LOPEZ 


Conforme a lo que acordamos ayer usted y'yo, hablé 


por la noche con los miembros de los sindicatos obreros. 
Se muestran muy desconfiados, pues dicen que el pacto 
habido entre ellos y el Gobierno no les ha producido una 
migaja más de pan, y en nada ha aminorado las horas de 
labor. (Con solemnidad.) He podido notar síntomas de re- 
beldía, señor Ministro. Yo no sé cóme ha podido escu- 
rrirse hasta los hogares proletarios el maldito periódico 
que publican los renegados de California, el papelucho 
llamado REGENERACION; el caso es que lo he visto en 
más de un hogar y su influencia es desquiciadora, porque 
mata en los obreros la fe en santones o jefes, y despierta 
en ellos el deseo de apoderarse de la riqueza social, como 
el ínico medio para salir de la miseria y de la tiranía. 
A mí no se me recibió tan bien como antes se hacía, ni se 
me tuvo la confianza de costumbre. Yo no sé cómo han 
llegado a traslucir que tengo sueldo para hablar del pro- 
blema social de una manera que beneficie al Gobierno 


MINISTRO o 


_Malos síntomas son ésos, señor López. 


LOPEZ 


Malísimos, señor Ministro. Ya no les gustan los sindi- 
catos. Dicen que los sindicatos no redimen al trabajader 
y quieren entregarse, desde luego, a la expropiación dela 


riqueza social, como lo hacen los trabajadores de los cam- 


pos. Yo he tratado de convencerlos de que la violencia no 
conduce a nada bueno, y que es por los medios pacíficos 
como lps trabajadores deben buscar su emancipación, so- 


bre todo cuando se cuenta con un gobierno id de los ' 


trabajadores. 


MINISTRO 


¡Bravo! ¡Bravo, señor López! Con jefes obreros como 
usted, tendremos a nuestros pies a esos pelados. 


61 


LOPEZ 


No quedaron muy conformes, y decidieron enviar una 
comisión este día para recabar de usted una promesa de 
ayuda. ¡Ja, ja, ja! ¡Los idiotas! 


MINISTRO 
= 


¡Ja, ja, jal ¡Tragan el anzuelo todavía esos estúpidos! 
¡El reinado de la explotación tiene algunos años más de 
vida! (Se abre la puerta y aparece el mozo.) , 

: . A 
MOZO 

(Dirigiéndose al Ministro.) Señor, unos obreros desean 

hablar con usted. 


=Ó> MINISTRO 


Que pasen inmediatamente. (Sale el mozo.) Las circuns- 
tancias lo forzan a uno a ser cómico. ¡Me da.tanto asco el 
contacto de la canalla. ..! 


DELEGADO 


(Entran varios delegados obreros, que por la torpeza de sus 
movimientos y lo forzado de sus actitudes, dejan adivinar la 
turbación que les causa encontrarse en un medio distinto al 
suyo.) (Manoseando su sombrero.) Buenos días, señor Mi- 
nistro. (A López.) Salud, compañero. 


MINISTRO - 
- Buenos días, señores. (Se apresura a darles la mano, que: 


con disimulo se limpia después en la falda del saco.) 


LOPEZ 
Salud, compañeros. (Se ríe aparte.) , 


MINISTRO 


Sentaos, amigos míos. (Todos se sientan; unos se rascan 
la cabeza, otros manosean sus sombreros y algunos no saben qué 
hacer de sus pies y de sus manos.) Estáis en vuestra casa. 


62 


¿A qué se debe el honor de haber estrechado esas manos 
honradas? . 


DELEGADO 


(Turbado y manoseando gu sombrero.) Pues....pues.... 
ya el señor aquí (designando a López y rascándose la cabeza) 

. digo, ya el compañero López le habrá dado a usted 
un mediano detalle de lo que queremos los obreros. 


MINISTRO 


En efecto, ya el señor López me hablo de que vendríais' 
a verme para recabar del Gobierno, del cual tengo la 
honra de formar parte, la seguridad de su apoyo. (Con 
énfasis.) El Gobierno está con vosotros, nobles hijos del 
Trabajo. (Da palmaditas en las rodillas del delegado, para, 
limpiarse en seguida las manos en las faldas del saco.) 


- 


LOPEZ 


Sí, compañeros; acabo de tener una larga plática con 
el señor Ministro. Le he expuesto vuestra situación, la 
miseria que sufrís por lo escaso de los salarios de que dis- 
frutáis, y el señor Ministro, con su buen corazón, se ha 
dolido de vuestros sufrimientos y ha jurado poner a raya 
a los capitalistas para aliviar vuestra situación; pero se 
tropieza con la terrible dificultad de que encontrándose 
levantados en armas muchos bandidos, no es posible po- 
ner en práctica las reformas que habrán de emancipar, 
al trabajador, del yugo capitalista. Se necesita, compañe- 
ros, que deis todo vuestro apoyo a la Revolución hecha 
gobierno para asegurar la paz y coadyuvar en la grande 
obra de la reconstrucción nacional, 


DELEGADO 
Estamos listos a derramar la última gota de nuestra 
sangre en defensa del Gobierno. 


" MINISTRO 


(Apar te, ¡Se ensartaron! (4.ellos.) No podía esperarse 
otra cosa de los nobles hijos del taller, de los héroes es- 


63 


o. 


forzados de la fábrica, de los campeones del martillo y 
de la escuadra, que estar al lado de la Revolución hecha 
gobierno para vencer alos bandidos. (Solemne.) En nom- 
bre de la Patria os saludo, soldados de la legalidad. La 
peonada de la hacienda de La Purísima se levantó ano- 


che en armas y cometió mil excesos; los bandidos viola- 


ron mujeres, robaron, incendiaron, asesinaron y llevaron 
su audacia hasta el grado de declararse dueños de la ha- 
cienda. ¿Adónde va a dar la sociedad con tales desmanes? 
Esos campesinos son vuestros peores enemigos, porque 
con sus actos de salvajismo y su constante rebelión retar- 
dan el advenimiento de la paz, los negocios se estancan, 
los salarios no pueden subir y la nación se desprestigia 
en el extranjero. 


LOPEZ 


¡Mueran los bandidos! (Los obreros se ponen de pie y gri- 
tan: ¡mueran!) Compañeros: ¡a exterminar esas víboras 
que impíden que el Gobierno ponga en práctica sus re- 
formas redentoras! (Los obreros: ¡mueran los bandidos!) 
¡Volad a reunir a todos los compañeros! El comandante 
militar os proveerá de armas y municiones, y marchad 


- como-hombres a vencer a la reacción. Un tren especial os 


pondrá en tres horas en el lugar de los sucesos. ¡Viva la 
Revolución Social! (Los obreros gritan: ¡viva! y, después de 
dar la mano al Ministro y a López, salen precipitadamente de la 
oficina. Se cierra la puerta. López y el Ministro se miran cara 
a cara y prorrumpen en una estruendosa carcajada.) 


MINISTRO 


(Limpiándose asqueado la mano.) Si no brbiets idiotas, 
¿qué sería de nosotros? 


LOPEZ - 


(Con convicción.) Si no hubiera idiotas, tendríamos que 


sudar para ganar el pan. Sin los trabajadores, que no tie- 


nen conciencia de clase, tanto el burgués como el fraile, 
el gobernante y cuanto parásito vive del sudor del po- 


bre tendríamos que remangarnos los puños y entrarle al 


pico y a la pala si no queríamos perecer de hambre. 


64 


] 


—  Ñ_—__—_—_—_—_— 


MINISTRO 


Por fortuna el número de los imbéciles es infinito. 


LOPEZ 


Sí, pero están despertando. ¡Cuidado con dormirnos 
nosotros! En fin, me marcho. Buenas tardes, señor Mi- 
nistro. Mañana sabremos el resultado del encuentro 
entre los trabajadores de la ciudad y los del campo. 
¡Hermanos contra hermanos! ¡Bendita sea la ignorancia 
de las masas, que asegura nuestra traquilidad! (Da lamano 
al Ministro y sale.) 


MINISTRO 


(Limpiándose asqueado la -mano.) ¡Tener que darle la 
mano a Judas! (Cambia la decoración.) 


La decoración representa un lugar montañoso. Por la derecha, grandes ' 

peñascos forman un baluarte natural. Campesinos de ambos 
sexos y diferentes edades yacen muertos en distintos lugares, y 
principalmente al pie de las grandes rocas de la derecha, donde 
se encuentra la masa principal de defensores del baluarte, hom- 
bres y mujeres. Los niños despojan de su parque a los muertos 
y lo entregan a lossupervivientes. Algunos niños salen al campo 
enemigo a despojar de su parque a los gobiernistas muertos, y 
regresan trayéndolo en tompeates y cestas. La bandera roja, en 
lugar prominente. Tiroteo general. 


! ESCENA TERCERA 
JUAN, MARTA, MARCOS, ROSA, RAMON y TERESA 


MARCOS 


¡Ánimo, compañeros! Praxedis nos dijo: «Vivir para ser 
libres, o morir para dejar de ser esclavos». (Dispara su 
Fusil.) 

ROSA : 

(Al lado de Marcos.) ¡Viva el Partido Liberal Mexicano! 

(Todos contestan: ¡viva!) ¡Viva la Anarquía! (Todos contes- 


65 


tan: cl ) ¡Viva Tierra y Libertad! (Todos conieatal ¡Viva!) 
(Cae muerta.) j 


- MARCOS 


(Se inclina y coloca la “cabeza de Rosa sobre sus rodillas. ). 


(Con tristeza.) ¡Está muerta! (La besa.) Ha dejado de ser 
esclava. (La estrecha con ternura.) No son los tiranos quie- 
nes te han arrancado la vida, Rosa mía. ¡Es un proleta- 
rio el que te ha herido de muerte! El asesino es tu her- 
mano, ¡es Caín! Quisiste romper sus cadenas, y te ha 
pagado con la muerte. ¡Ah, qué infierno se.le espera a 
ese esclavo inconsciente! Volverá a su hogar triunfante, 

con las manos tintas en sangre de los suyos, de los de su 
elase; pero sin un pedazo de pan para los niños que des. 
fallecen de hambre. Entonces comprenderá que te ha 
asesinado para asegurar a los ricos el bienestar y para 
¿ remachar sus propias cadenas. (Estrechándola.) Duerme, 
Rosa mía, duerme. Dentro de pocos minutos estaré con- 
tigo. (La besa con ternura y la descansa suavemente en tierra. 

Se levanta y continúa disparando su fusil. Del lado de afuera 
se escuchan voces de: ““¡rendíos, bandidos! ¡Viva el Supremo 
Gobierno!” Los defensores del baluarte entonan la tercera estrofa 
de La Marsellesa Anarquista: 


“Los privilegios de la burguesía 
“Aniquilemos con brazo tenaz, 
“Y los antros de la tiranía 
“Sean vid del fuego voraz. 


(Se repite este verso.) 


“No quede en pie el Estado y sus leyes, 
“(Que siempre al pueblo feroz esclavizó 
“Y la ignorancia caduca conservó 
“Con sus patrias, sus dioses y sus reyes. 


“Obreros, ¡a luchar! 
“¡A la revolución! 
“Con decisión 
“A conquistar 
«Nuestra emancipación.” 


(Van cayendo muertos los defensores.) 
66: 


r 


| 
' 


| 


AM ias 


JUAN 


(Empuña la bandera roja y la hace ondear sobre el para- 
peto.) (Dirigiéndose al enemigo.) Hermanos obreros de lá 
ciudad: esta bandera representa la sangre de todos los 
oprimidos del mundo. Ella tiene el color de vuestra san- 
gre y de nuestra sangre. ¡Uníos a nosotros, que somos vues- 
tros hermanos de clase, y luchemos juntos contra el ene- 
migo común: el burgués, el fraile y el gobernante! ¡Viva 
Tierra y Libertad! (Los de afuera: ¡mueran los bandidos! 
Juan cae, herido, en los brazos de Marta.) ¡Me han herido! 

| 
MARTA 


(Recostándolo en sus rodillas, le separa el pelo de la frente.) 
¡Asesinos! ¡Asesinos! (Le besa la frente.) ¡Cada muerto de * 
los nuestros es un eslabón más que añadís a vuestras ca- 
denas! (Selleva lasmanos ála cabeza.) ¡Estoy herida! (Cae.) 
(Los de afuera gritan: ¡viva el Supremo Gobierno! Los defen- 
sores responden: ¡muera!) . j l 


TERESA 


(Levanta la bandera roja y la agita.) Morimos, pero la 
idea que representa esta bandera no morirá. (.Dirigién- 
dose al enemigo.) Mañana, cuando la tiranía hiera con su 
espuela vuestros ijares,'os acordaréis de nosotros y el 
remordimiento roerá vuestros corazones. Entonces le- 
vantaréis esta bandera que la muerte arranca de nuestras 
manos. (Cae muerta.) A : 


RAMON 


(Se inclina y la besa.) Una víctima más de la ferocidad 
burguesa. (Se levanta, dispara su fusil sobre el enemigo.) 
¡Matadnos, que la libertad necesita de la sangre de los 
buenos; pero también se nutre con cabezas de tiranos. 
(Cae muerto.) . 


MARCOS 


¡El enemigo avanza al asalto de nuestro baluarte! ¡To- 
dos aquí, para recibirlo con una descarga cerrada! (Todos 


67 


acuden al llamado y preparan susfusiles.) ( Unavoz de afuera: 


¡rendíos!) ¡Fuego! (Todos disparan; los de afuer a contestan 
el fuego, y todos los defensores del baluarte, con excepción de 
Marcos, van cayendo muertos hasta quedar solo Marcos.) 
(Una voz de afuera: ¡ríndete!) (Con energía.) ¡Un anar- 
quista no se rinde! (Se oye un disparo y cae herido. Se le- 
vanta vacilante.) Vosotros que sostenéis al crimen debe- 
ríais rendiros a mí, que represento la justicia. Bebed mi 
sangre, ¡insensatos!, y llevad mi corazón a vuestros hijos 


hambrientos para que lo devoren, porque vuestros amos — 


no les arrojarán ni un hueso de su festín. (De afuera: 
¡ríndete, bandido!) (Viendoentorno suyo.) ¡Ah, todos muer- 
tos; pero mientras haya hambre e injusticia, la Revolución 
continuará en pie! (Se desabrocha la camisa y posa lamano 
sobre el pecho.) ¡Matadme! ¡Asesinad a vuestro hermano 


- de clase, para que vuestros verdugos sean felices! Dadme 


la muerte sin tardanza para que 'volváisa la ciudad a re- 
cibir los puntapiés de vuestros amos como premio a vues- 
tra traición. ¡Viva Tierra y Libertad! (Una voz: ¡fuego! 
Se oye un disparo. Cae muerto.) 


TELON - 


PUBLICACIONES DEL GRUPO CULTURAL 
“RICARDO FLORES MAGON” 


Por la libertad de Ricardo Flores Magón y compañeros presos 
en Estados Unidos del Norte 


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El Manifiesto que motivó la prisión de Ricardo Flores Magón y de 
Librado Rivera, habiendo sido condenado el primero a 20 años de pri- 
sión y el segundo a 15 años y multa de 5,000 dólares. 

Exposición de la políbica maquiavélica de Porfirio Díaz, en conni- 
vencia con el Gobierno yanqui para perseguir y encarcelar a la Junta 
Revolucionaria y a sus simpatizadores. Nuevas persecuciones y encar- 
celamientos de la Junta por intrigas de los gobiernos de Madero y de 
Carranza. 

El pretexto o causa legal, según las autoridades yanquis, para 
perseguir, condenar, infamar y castigar, por delitos SOCIALES, y la 
indigna cuanto ridícula pretensión del Procurador General norteame- 
ricano, pidiendo que se arrepientan e imploren perdón los prisioneros. 

Cartas y artículos reveladores del alto ideal de justicia que defien- 
den los prisioneros y motivos por que rechazan las pretensiones del 
Procurador General. 

Fraternal llamamiento de Enrique Flores Magón a los trabajado- 
res para que contribuyan a la liberación de los compañeros presos, los 
cuales se hallan seriamente amenazados en su salud. Precio: $0.50, 


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Flores Magón. 
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México, por Ricardo Flores Magón. Precio: $0.20. 


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Guerrero y Ricardo Flores Magón, escritos en florido lenguaje y sen- 
cilla y amena forma, y una relación histórica del movimiento económico 
social mexicano, por William C. Owen. 

Su literatura, disertaciones filosóficas, sentencias y los cuadros de 


la vida real del proletariado, pintados por la mano maestra del malo- * 


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lucionarias, y seguidas por un escrito de Rodolfo Rocker 
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